Llega Scioli

El País 16 de junio de 2022
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"Gracias Daniel porque cuando llamé estuviste", le dijo el presidente a Scioli. 
A decir verdad, no se fue nunca, no despotricó, no escribió libros, ni siquiera cuando después de haber sido candidato a presidente, lo relegaron al quinto lugar en la lista de diputados.

Construyó una relación fluida con el ministro de Economía. Es, en cierto modo, como un sobreviviente: el exgobernador estuvo, durante años, bajo el fuego y conoce, como pocos, ese estado político y emocional que ahora, incluso de otra dimensión, atraviesan Fernández y Guzmán.

Massa, Rossi y Scioli, no casualmente, fueron precandidatos presidenciales en el 2019 cuando Cristina bendijo a Alberto y todos se bajaron. De los que por entonces habitaban el ecosistema K, Scioli fue el último en hacerlo, incómodo por la decisión de la entonces senadora.

Scioli es un fenómeno curioso: criticado por tibio, o incluso traidor por sectores K en el 2015, con los años se convirtió en protagonista de una vindicación tardía, con algo de simpatía o hasta de consumo irónico: El Pichichi.

Pero tantas olas generan temblores. El desembarco de Scioli despertó el malestar de Massa, que está cruzado hace años con el otro tigrense, y hubo, además, una mención puntual de Máximo Kirchner durante un acto en Quilmes esa misma tarde.

Scioli, el regresado, seguirá con chip de funcionario movedizo: viajes por las provincias, diálogo con todos, ritmo y redes sociales, futsal y limones del Tucumán, “con fe, con deporte, con esperanza” como lo reescribe la mitología política. Scioli es, desde antes de hoy, un candidato para el 2023 que solo el tiempo dirá si llega o no, más allá de las voluntades propias y ajenas.

Tiene, en el corto plazo, otras urgencias. Transitar, sin daños severos, la interna con hielo entre Alberto y Cristina, cohabitar el mismo ecosistema con Massa, otro anotado para el 2023, y evitar lo que le pasó a Juan Manzur. El gobernador de Tucumán, ahora jefe de Gabinete, irrumpió en Casa Rosada como una especie de salvador del gobierno: hiperactivo, madrugador, con agenda internacional.

Con las semanas, empezó el desgaste desde la Casa Rosada. ¿Puede ocurrirle lo mismo a Scioli, que llega al gobierno para sumarle vitalidad?

Scioli tiene una frase emblema: “El tiempo todo lo ordena”. Eso.

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