A un Coldplay de cerrar el país

El País 22 de junio de 2022
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Hay, en el diagnóstico del cristinismo, un pecado original de Alberto, el de elegir a su gabinete, pensando más en expresar la idea de que era un staff propio, que no había imposición de Cristina, que en armar un equipo con volumen y potencia para gestionar una crisis que, además, se magnificó con la pandemia y la guerra.

Allí se suele ubicar a Martín Guzmán. Alberto eligió a un economista, al que conocía hacía poco, porque tenía como mérito que carecía de traza con Cristina. Y quizás lo termina defendiendo por esa misma razón.

Desde el planteo de sostener la unidad, Cristina fija su dominio: así como abraza a Ferraresi, lo designa como mensajero para ir a decirle a los demás ministros que hacen las cosas mal, sistematiza la posición de que dentro del oficialismo no hay grises y no se acepta el doble comando.

Por un momento, algunos transitaron esa dualidad. Ya no. Es un mensaje que parece dirigido a Daniel Scioli.

Tras el planteo de Cristina, llegó la queja del Frente Renovador que exige que se instaure una mesa para saldar diferencias y unificar el gobierno. Massa coincide con el cristinismo en sus críticas al ministro de Economía Martín Guzmán. Pero, a diferencia del camporismo, no convirtió los cuestionamientos en un hobby público y cotidiano. En realidad, limitó sus objeciones a sus ideas básicas, el impuesto a las Ganancias y su perjuicio sobre la clase media, el núcleo de votantes propios en ese imaginario. Votos que ya se fueron.

Las críticas de la vice, sin nombrarlos, a Miguel Pesce, el titular del BCRA y a Mercedes Marcó del Pont, de la AFIP, aplican una lógica peculiar: cuestiona sus desempeños pero, además, cuestiona la falta de coordinación, una idea que recae sobre Guzmán, a quien en el último tiempo el presidente le cedió un control mayor del dispositivo oficial.

Mientras se define, la canasta básica aumentó un 4,6% en mayo. Una familia (dos adultos y dos menores) necesitó $99.677 para no caer bajo la línea de la pobreza. La suba de la canasta básica alimentaria -la que determina la línea de indigencia- aumentó en la misma proporción, 4,6%. Una familia requirió ingresos por $44.498 para no caer bajo la línea de la indigencia.

En los primeros cinco meses del año, la canasta total acumuló un 30,9% mientras que la alimentaria creció un 35%, frente a una inflación del 29,3% durante el mismo período. Con inflación y escasez de dólares la Argentina enfrenta un duro semestre. Casi que estaríamos a un recital de Coldplay para cerrar el país.

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