

Si Bergoglio se desmarcó de sus precedesores al elegir para su papado el nombre de Francisco, el cardenal Robert Prevost optó por uno con más arraigo, el de León. El más inmediato, León XIII, fue un cardenal nacido en Roma cuyo pontificado se desarrolló durante otra época de gran transformación tecnológica, como fue el último cuarto del siglo XIX, conocido principalmente por una encíclica de carácter social que abordaba los desequilibrios producidos por la Revolución Industrial.
Llamado Vincenzo Gioacchino Pecci, nació en Carpineto en 1810 y murió en Roma en 1903. Fue elegido papa en 1878 y se le considera un pontífice “de Encíclicas”, porque publicó varias, aunque se destaca la Rerum Novarum, de 1891, la primera gran encíclica social y que analizaba la situación de las clases trabajadoras.
El texto empezaba sin grandes preámbulos, prescribiendo las obligaciones de capital y trabajo, y era muy crítico con las condiciones de vida de los pobres, oprimidos por “un puñado de gente muy rica”.
Prescribía que se pagasen salarios justos y el sindicalismo de base católico, no así el obrero, pero lejos de las posturas de Marx.
León XIII impulsó el catolicismo en muchos países de Europa; fundó la Academia de Santo Tomás de Aquino en 1859; tuvo gran habilidad en el manejo de las relaciones internacionales con otros Estados y a su postura conciliadora se atribuye el fin en 1879 de los cismas caldeo y armenio.
Fue el pontífice más longevo de la historia y el primero en ser filmado por una cámara. A finales del siglo, el mundo se deslizaba hacia la modernidad con una velocidad inaudita. El teléfono, la luz eléctrica, el automóvil y el cine. En ese contexto la figura del papa León XIII se convirtió, sin pretenderlo, en un símbolo de esa transición: fue el primer pontífice en ser captado por una cámara cinematográfica, apenas un año después de que los hermanos Lumière presentaran su invento en París.
El responsable de aquella histórica grabación fue Vittorio Calcina, pionero del cine italiano. Allí, bajo el sol romano de 1896, registró al Papa paseando, bendiciendo y mirando al objetivo con la extrañeza de quien ve el futuro sin saberlo.