

Chile definió como presidente a un defensor de la dictadura. La derecha fue empujada a renovarse. Y ha logrado capitalizar el malestar social.
El ultraderechista José Antonio Kast ganó ayer la segunda vuelta en Chile, como anticipaban las encuestas, con más del 65% de los votos, frente a la candidata del oficialismo, Jeannette Jara del Partido Comunista. Javier Milei celebró en redes.
La campaña estuvo atravesada por el reclamo de la inseguridad y un discurso sobre migración desenfrenada. Si bien Chile tuvo recambio de colores políticos en los últimos años, este es el giro más extremo a la derecha desde la dictadura militar de Augusto Pinochet.
En su primer discurso, prometió que será “el presidente de todos, sin excepción”, y que “va a haber un cambio real” en el país. Kasta aseguró que Chile “ha dado un mandato claro, que no admite excusas: no quiere continuidad, quiere un cambio real”.
“Sin seguridad no hay paz, sin paz no hay democracia y sin democracia no hay libertad. Chile volverá a ser libre del crimen, de la angustia y del temor”, declaró quien será el primer presidente pinochetista después de décadas. “Chile necesita que el país vuelva a tener empleo digno y orden en nuestras calles, en el Estado, en las prioridades que se han perdido”, agregó en su discurso en Santiago.
Kast gana en todas las regiones del país, incluso donde había ganado Jara en la primera vuelta, el sur del país, en la Metropolitana y la región de Valparaíso, bastión tradicional del centro-izquierda e izquierda).
Kast llegará a la La Moneda tras su tercer intento y pese a haber perdido la primera vuelta contra Jara por la fragmentación de candidaturas dentro de su propio sector.

Fue diputado 16 años por la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), partido nacido al alero del
Con estrechos vínculos con la dictadura, la ponderó a lo largo de su trayectoria política: su hermano fue ministro del dictador y él apoyó la continuidad del régimen en el plebiscito de 1988. Durante su carrera defendió en varias ocasiones el legado neoliberal del pinochetismo.
Hasta ahora, el primer y único presidente de derecha en Chile desde el retorno a la democracia había sido Sebastián Piñera, que votó en contra de la permanencia del dictador.
Con la gran promesa de formar un “gobierno de emergencia” para aplicar mano dura contra la delincuencia y la migración irregular, el abogado y padre de nueve hijos colocó la seguridad y el orden público en el centro de la discusión electoral. Según su programa, blindará la frontera norte con vallas y zanjas, construirá cárceles de máxima seguridad con aislamiento total para líderes del narcotráfico y endurecerá las penas para cualquier delito, entre otras.
Con el triunfo de Kast, Chile se suma a la ola de gobiernos ultraderechistas del mundo y de la región, consolidando un nuevo polo en Sudamérica, junto con la Argentina de Javier Milei y con la mano tendida a Donald Trump. Pese a tener agendas muy parecidas, el tono y las formas del ultra chileno son menos agresivas y confrontacionales que las de estos otros mandatarios del continente. Su perfil es más parecido al de la primera ministra italiana Giorgia Meloni o al de la francesa Marine Le Pen.






