

Después de la experiencia de la primera jornada, estaba claro que el trámite del voto, cuesta más de lo previsto. Fiel reflejo de una situación en ebullición y de un colegio de electores numeroso y variado, el más internacional de la historia, con todos los continentes y 70 países representados, evidentemente es necesario más tiempo. Son momentos crucilales.
Benedicto XVI fue elegido en la cuarta votación. Francisco, en la quinta. Fueron cónclaves rápidos, y la expectativa es que este también lo sea.
Esta tarde habrá dos rondas más de votaciones. La expectativa crece en la plaza de San Pedro y en todo el mundo.
El humo negro de la primera jornada indica que el cardenal que entró como favorito al cónclave, el italiano Pietro Parolin, no alcanzó los sufragios que suponen los dos tercios de los electores. Esto no lo inhabilita como futuro Papa, ni mucho menos. Todo puede ocurrir. Pero es muy fuerte el legado de Francisco y su rechazo en los sectores más conservadores que ven una oportunidad. Nunca antes la Iglesia estuvo tan cerca de un cisma. Francisco logró encauzarla, con detractores.
Ya con la tercera votación, pueden comenzar a tejerse alianzas entre los que obtuvieron apoyos, pero que solos no pueden gobernar.
El filipino Luis Antonio Tagle contará con un fuerte apoyo de Asia, que cuenta con 23 electores, y de otras partes del Sur Global.
Además de los principales candidatos, hay otros que podrían obtener un apoyo sólido: el cardenal Prevost, del orden de los agustinos, de 69 años, que nació en Chicago pero pasó muchos años de su vida como misionero y obispo en Perú, fue jefe de la orden agustina y actualmente es prefecto del Dicasterio para los Obispos; además, el cardenal francés, Jean Marc Aveline, arzobispo de Marsella.
El italiano Matteo Zuppi, arzobispo de Bologna, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y enviado por el papa Francisco a Kiev, Moscú, Washington D.C. y Pekín para mediar e intentar alcanzar el fin de la guerra en Ucrania. Un cuarto cardenal mencionado como papable es Mario Grech, maltés de 68 años, exobispo de Gozo, a quien Francisco nombró secretario general del Sínodo de los Obispos en 2020..
Otra posibilidad, es el cardenal franciscano Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, nacido en Italia, quien se encuentra en el ojo del huracán debido a la guerra en curso en Gaza, pero para muchos, con sus 60 años, es demasiado joven para ser papa.
Si ninguno de los anteriores logra alcanzar el quórum necesario para la elección, entonces, según los entendidos, podrían surgir a otros candidatos, como los cardenales Jean Claude Hollerich, jesuita de 66 años, de Luxemburgo y el cardenal Pablo Virgilio David, de 66 años, presidente de la Conferencia Episcopal Filipina y vicepresidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia.