

La mitad de la población sudanesa, unas 26 millones de personas no tiene alimentos. Casi 13 millones de personas abandonaron sus hogares y se desplazaron dentro o cruzaron las fronteras en busca de seguridad.
Dos años después del estallido del conflicto entre el Ejército regular sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), el país africano está sumido en una de las peores crisis humanitarias del planeta.
La crisis de desplazamiento es, según Naciones Unidas, la más grave del mundo: más de 8,5 millones de personas huyeron de sus hogares y cerca de 4 millones se refugiaron en los vecinos Egipto, Sudán del Sur, Chad o la República Centroafricana, países que sufren las repercusiones de la violencia en Sudán, no solo por el flujo de refugiados, sino por cómo afectó a los equilibrios geopolíticos regionales.
Las agencias de Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias denuncian las dificultades para llegar a los civiles necesitados, tanto dentro de Sudán como en los países fronterizos, y la falta de financiación internacional, sobre todo a raíz de la retirada de las ayudas por parte de Donald Trump. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) lamenta el grave impacto que tendrán “los recientes recortes globales en la financiación humanitaria” en los desplazados dentro y fuera de Sudán, donde alrededor de 30,4 millones de personas, más de dos tercios de la población, requieren algún tipo de asistencia debido al colapso económico que provocó la guerra.
“Fueron dos años de violencia extrema contra la población, de conflicto continuado, de bloqueo de acceso y de suministros”, explica la coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Sudán, Esperanza Santos. “La situación no hace sino deteriorarse porque el conflicto continúa y la ayuda humanitaria no es suficiente, los servicios sanitarios están colapsados y estamos viendo cada vez más epidemias, como el sarampión o el cólera”, agrega.
Santos destaca, entre otras cosas, el aumento de los niveles de desnutrición. En la actualidad, 26 millones de sudaneses –la mitad de la población– se enfrentan a niveles agudos de inseguridad alimentaria, después de que en 2024 se declarara por primera vez en siete años la hambruna en varias regiones. Según Médicos Sin Fronteras (MSF), en ningún otro lugar del mundo la gente pasa hambre a esta escala y la situación empeorará con el comienzo de la temporada de lluvias, a partir del mes de mayo.
También Intermon Oxfam advierte de que “la próxima temporada de lluvias, combinada con los recortes de ayuda por parte de EEUU y otros donantes importantes, amenaza con obstaculizar aún más los esfuerzos humanitarios, poniendo en riesgo a millones de personas”.
Uno de cada dos sudaneses ya padece hambre y casi ocho millones más corren riesgo de inanición, agrega la ONG en un comunicado.
El fin de semana se registraron ataques contra los campos de desplazados de Zamzam y Abu Shouk (que albergan a más de 700.000 personas), y la ciudad de Al Fasher, en la región de Darfur, atribuidos por la ONU a “fuerzas afiliadas” a las FAR. Cientos de personas murieron o resultaron heridas en varios días de ofensiva y miles tuvieron que huir de nuevo en busca de seguridad.
Desde MSF y otras muchas organizaciones que operan en Sudán, denuncian las dificultades para llegar a la población civil y la obstrucción de la ayuda y de la labor de los trabajadores humanitarios por las dos partes en conflicto. Asimismo, la infraestructura y servicios básicos fueron blanco de ataque de forma reiterada, lo cual deja a la población civil sin agua o electricidad, o ambas.
Además de no poder entregar ayuda humanitaria, las organizaciones internacionales tampoco pueden prestar la asistencia y los cuidados que la población civil necesita. La ONG Acción contra el Hambre calcula que más de 12 millones de mujeres y niñas sudanesas necesitan apoyo contra la violencia sexual y de género, que se disparó durante el conflicto armado, mientras la guerra limita el acceso a la atención médica y psicosocial necesaria para las mujeres y niñas afectadas. “Debido a este contexto de inseguridad, muchas mujeres deciden dejar sus hogares en busca de un futuro más seguro y, por ello, representan más del 50% de las personas refugiadas de Sudán en 2024”, dice en un comunicado.
MSF señala que las mujeres embarazadas se ven especialmente afectadas por la falta de acceso a la atención sanitaria y eso tiene profundas repercusiones en su salud y en la de sus bebés. Según la organización –que presta apoyo a 22 hospitales y 42 centros de salud y clínicas móviles en Sudán–, muchas embarazadas llegan desnutridas al hospital, lo que muchas veces provoca partos prematuros y desnutrición.
A finales del pasado mes de marzo, las tropas lideradas por el general Abdelfattah Al Burhan, recuperaron el control de la capital sudanesa, Jartum, y el cese de los enfrentamientos con las FAR posibilitó la vuelta de muchos residentes y la entrega de ayuda humanitaria en la ciudad, según varias agencias de Naciones Unidas.