Europa contra Telegram

El mundo27 de agosto de 2024
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La detención de su fundador en Francia es el último movimiento contra una app a la que varios países acusan de no colaborar con la justicia y de ser la plataforma de organización de extremistas violentos.

Telegram sigue operando en Europa como lo hacía antes de la pandemia o de la invasión rusa de Ucrania.

Sin embargo, resulta cada vez más evidente que esos eventos tensaron su relación con varios países . La app fundada por Pável Dúrov, detenido el pasado fin de semana en Francia, está entre una red social y la plataforma de mensajería. Tiene una política de cero intervención en el discurso de los usuarios.

Eso la convirtió en el principal foco de contagio de desinformación durante la crisis del coronavirus y en un objetivo estratégico de las campañas de guerra híbrida del Kremlin. Por regla general, Telegram tampoco responde a las peticiones de información de las autoridades ni colabora con los procesos judiciales.

Antes de 2020, esas características la convirtieron en una útil herramienta de los opositores a regímenes autoritarios, como ocurrió en las protestas de Hong Kong de 2019. Dúrov construyó el sistema con ese objetivo tras sufrir la vigilancia y persecución de Vladimir Putin. El empresario tuvo que exiliarse de Rusia en 2014 tras ser forzado a vender VK (el Facebook ruso) por no revelar datos personales de usuarios ucranianos a sus agencias de seguridad.

La guerra, la pandemia y el propio crecimiento de Telegram (tiene unos 950 millones de usuarios, según Dúrov, algo menos de la mitad que WhatsApp) cambiaron esa percepción. La app, con sede en Dubái, sigue siendo un lugar seguro para aquellos que quieren escapar de la opresión de las dictaduras, pero también de la justicia de los países europeos. Su servicio es un foco de actividad extremista y desinformación, así como el canal oficial de comunicación de bandas de crimen organizado, como los principales grupos de ciberdelincuentes.

Según un estudio del ISD, un instituto de expertos antiextremismo con sede en Londres, Telegram fue clave en la organización de los recientes disturbios incitados por la ultraderecha en el Reino Unido contra los musulmanes. “La extrema derecha moderna está compuesta por diversos movimientos, a veces contradictorios, unidos por la xenofobia y el nativismo. Estos grupos se conectan a través de redes informales en las plataformas de redes sociales, siendo Telegram una de las principales”, destaca el informe.

Edward Snowden, que denunció las prácticas de vigilancia masiva de EEUU y hoy está exiliado en Rusia, afirmó que “la detención de Dúrov es un atentado contra los derechos humanos básicos de expresión y asociación”. “Me sorprende y me entristece profundamente que Macron haya llegado al punto de tomar rehenes como medio para acceder a comunicaciones privadas. Esto no sólo degrada a Francia, sino al mundo”, tuiteó.

Publicaciones como esta provocaron la reacción del presidente francés, que durante la tarde de este lunes publicaba un comunicado en la red social X ante la “información falsa” que “leyó” en la plataforma sobre la detención. “Francia está más que nada apegada a la libertad de expresión y comunicación, a la innovación y al espíritu empresarial. Así seguirá siendo. En un Estado de derecho, en las redes sociales como en la vida real, las libertades se ejercen dentro de un marco establecido por la ley para proteger a los ciudadanos y respetar sus derechos fundamentales”, manifestó.


 

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