Se cumplen 100 días desde que Javier Milei asumió la presidencia con un discurso de espaldas del Congreso de la Nación, donde ratificó sus promesa de campaña, bajar la inflación y desregular la economía.
A poco de asumir, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció una fuerte devaluación que subió el valor del dólar oficial de 400 a 800 pesos. Luego, llegó el DNU 70/2023 y la Ley Ómnibus, las dos herramientas con las cuales el Gobierno busca avanzar con su plan económico.
El primero, que está en vigencia, deroga o modifica más de 300 normas y acaba de sufrir un revés en el Senado, donde fue rechazado la semana pasada. Ahora, su supervivencia dependerá de que Diputados no siga el mismo camino que la Cámara alta. La segunda, que en su versión inicial contenía más de 600 artículos y que, luego de volver a comisión en la Cámara baja, podría avanzar en un formato más acotado.
En estos 100 días tuiteó, retuiteó, se peleó con Lali, replicó memes, intentó negociar con gobernadores y diputados. Pero también paso Rosario, donde algo se desfondó: el Estado da por perdido el monopolio de la fuerza. Y quienes lo detentan decidieron matar como mataba un terrorista islámico en París o Barcelona: a quien sea, al voleo. El gobierno quiso almorzarse la cena de la solución con un repertorio de imágenes salvadoreñas de detenciones. Si la sobreactuación fuera un commoditie, seríamos Australia. Rosario no es causa nacional porque cometió el peor de los pecados argentinos: no quedar en el AMBA. Todo tendría que mudarse al AMBA.
La inflación acumulada desde diciembre a febrero fue de 71,33%. El poder de compra de los sueldos se derrumbó en los primeros meses del gobierno de La Libertad Avanza. Según cifras oficiales, el salario real de los trabajadores cayó un 20,7%, medido por RIPTE. El poder adquisitivo de la jubilación mínima (incluyendo bonos) no alcanzó a cubrir la Canasta Básica Total por adulto equivalente. Además, cobraron el mismo haber previsional en diciembre, enero y febrero.
Los mercados festejaron en grande los cien días y hay que reconocer que la fiesta viene de largo. Los tipos de cambio paralelos se mantienen calmos tras las bajas recientes; los títulos de deuda pública en dólares han subido hasta 30% en lo que va del año; en paralelo a esto, el riesgo país se estacionó en 1.581 puntos básicos, 17% menos que antes de la asunción del actual gobierno; las acciones argentinas que cotizan en Wall Street treparon ayer hasta 12%, y la bolsa local subió 3,9% medida en dólares, 8,9% desde el 1 de enero.
Cada uno de los mercados tiene su propia lógica. Por ejemplo, los tipos de cambio paralelos bajan porque el Banco Central ha secado la plaza de pesos –liquidó la demanda– y porque Luis "Toto" Caputo les permite a los exportadores liquidar el 20% en el contado con liquidación –aumentó la oferta–. El resto, sobre todo lo que respecta a la deuda y el riesgo soberano, responde a los anuncios de recuperación del superávit fiscal y persistente recomposición de reservas, más allá de que llegado el momento de pagar habrá recursos medidos en billetes verdes. El Banco Central ya compró más de USD 10.000 millones en reservas.
De diciembre a marzo, la construcción perdió más de 80.000 puestos de trabajo por la paralización de la obra pública, según alertó la UOCRA en un informe. Encuestas como la de Zubán, Córdoba y Asociados comienzan a reflejar un malestar social incipiente, pero ya perceptible.
Los votos que supo ganar Milei habilitan a gobernar, no a reconstituir a su voluntad la sociedad. Ello se vio desde aquel día en el que ganó la presidencia y hasta cambió el logo de la Casa Rosada. Para refundar existen procesos que surgen de acuerdos y negociaciones entre fuerzas que plantean modificaciones de raíz. La revolución de Milei no es viable porque confunde gobernar con proponer una nueva constitución todos los días.
Frente a ello podemos tener dos posiciones. La primera es despreciar cínicamente al Presidente con este mismo desprecio que alimentó su victoria y sentarse cómodamente en la resistencia,sin propuestas con perspectiva, que alimentará su continuidad en el poder. La segunda es tratar de entender qué modo de gobierno se está implementando y desde ahí proponer un incómodo contraataque, otro modo de hacer, sentir y pensar políticamente. Un cambio de postura y de propuestas, para conectar con mayorías electorales y crear otro camino. Asumiendo que hay una innegable vocación de refundación en la sociedad, que es profunda, que no espera, que no admite más atajos, pero que solo encontró su cauce en este personaje, ahora Presidente, ya que lo que está y estaba en juego es el sentido de la transformación.
La sobreactuación del escándalo cotidiano no nos permite ver la trama de una forma de gobierno al cual hay que confrontar como tal. Cada escupida en la cara de un actor social produce un mareo mental planificado. Una indignación más entre derrotados abrazados a la queja como a un salvavidas. Una pelea por día como imanes lanzados al aire para desorientar brújulas, un enemigo nuevo para esconder sospechosos. Sofisticación de una estrategia que distrae dónde nos preguntamos por la cordura del Presidente.
No hay mesura. Son gobiernos decididos a negar a minorías, capaces de herirlas cotidianamente siempre que se logre la felicitación o el regocijo de su votante más fiel.
La palabra “libertad”, como muletilla para todo, sufre ya un intenso proceso de estiramiento conceptual y pierde su sentido original.
Se ha perdido la verdad y ahí se genera hostilidad digital a quién no la comparte o la rebate. Lo que no se comparte, será hostigado por una horda de libertarios o bots.
Practica un negacionismo de la evidencia, no sólo científica. Luchas o conquistas, como el feminismo o el cambio climático. O incluso, desacredita a los medios, universidades y organismos internacionales. Al ser consultado por la vacuna contra el dengue, Manuel Adorni aclaró que el Gobierno "no lo ve necesario" y reiteró: "La efectividad no está comprobada". Ahí está.
Todo es un callejón sin salida. Todo es épica y exageración.
Por caso, aunque las tasas en pesos pierdan con la inflación y perjudiquen a ahorristas individuales poco sofisticados, sujetos a mil restricciones, en tanto el estado de cosas descripto asegure tipos de cambio paralelos planchados, será redituable posicionarse en moneda nacional para correr hacia el billete verde justo a tiempo. Es la conocida bicicleta.
La desinflación no está garantizada y la salida de la recesión puede ser menos rutilante que lo deseable. Si todos coincidimos en que el desarrollo depende de que se incremente la productividad de la economía a largo plazo, qué sentido tiene asfixiar el consumo, actividad e inversión, abandonar la generación de infraestructura, liquidar el complejo científico-tecnológico y desinvertir en educación y salud.
Cabe hacer, en este punto, un alto. Gracias al acuerdo firmado en 2022 con la firma malasia Petronas, YPF dio ayer el primer paso para "la adjudicación de las ingenierías de las unidades flotantes de licuefacción". Esto debería abrir la puerta a la exportación del gas de Vaca Muerta en forma de gas natural licuado (GNL), lo que rompería virtuosamente el techo meramente regional de ese negocio. Esa Argentina sí entusiasma, una que sumaría con los hidrocarburos un motor tanto o más poderoso que el del complejo agropecuario y podría terminar para siempre con la escasez de divisas.
A tres meses de gobierno, al oficialismo no le va tan bien como se auto celebra, ni tan mal como quisiera la oposición. Es temprano, prematuro, pero es mucho, es un montón. Como dijo Pablo Ramos: “Deberían haberme avisado. Ya sé que me avisaron. Pero deberían haberme avisado más”.