Dos Argentinas: cae la venta del pequeño comercio y se mantiene la de los supermercados

Economía09/08/2022
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“Hay dos Argentinas: una que consume y otra que le cuesta llegar a fin de mes”, describía en mayo Luis Pagani, el dueño de la mayor empresa de alimentos del país, Arcor.

Ese mes y por primera vez en un año las ventas de los comercios minoristas relevadas por la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) registraban una caída, del 3,4%. La anterior baja correspondía a mayo de 2021, cuando descendieron 7% por la segunda ola del Covid-19. Ahora, en julio último, retrocedieron por segunda vez en el año un 3,5%, en coincidencia con el salto inflacionario que se desató tras la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía el sábado 2 de julio. Pero en las grandes cadenas de supermercados, las ventas continuaron firmes. A diferencia de los pequeños almacenes, los más importantes súper tienen mayor poder de negociación de precios con sus proveedores, ofrecen parcialmente, con algunos faltantes, el plan Precios Cuidados y además concentran la clientela de mayor poder adquisitivo, que ante episodios de incertidumbre puede sobrestockearse para anticiparse a remarcaciones o profecías finalmente incumplidas de desabastecimiento.

En CAME, atribuyen la merma de julio al repunte de la inflación, las expectativas negativas de corto plazo y los problemas de provisión por ausencia de precios o por faltantes ante el desconcierto económico general, incluida la escasez de divisas para importar. En el medio saltaron por los aires los tipos de cambio paralelos, a los que recurren empresas e individuos para atesorar o para comprar mercadería del exterior ante la falta de dólares en el mercado oficial. Los rubros del pequeño comercio en los que cayeron más las ventas fueron los de indumentaria (-12,7%) y alimentos y bebidas (-6,2%), lo que demuestra que una parte de la población dejó de comprar lo esencial para vivir.

En las grandes cadenas de súper reconocen que el consumo no se enfrió nada y comentan que tampoco les fue mal a sus competidores pequeños de las provincias turísticas ante las exitosas vacaciones de invierno. Además, las expectativas de posibles desabastecimientos hicieron que también se incrementaran las compras de ciertas categorías. Es un fenómeno típico de momentos de recalentamiento inflacionario: la gente ahorra llenando la alacena.

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