Una prenda con 500 años de historia, indispensable en la pandemia

El País 30 de diciembre de 2021
C9D7E14B-7D48-4290-B85A-BC47A01047EA

El tapabocas, cubrebocas o barbijo, se ha vuelto una medida indispensable para la vida diaria de todas las personas del mundo desde hace dos años por la pandemia del COVID-19.

Sin embargo, esta prenda se ha usado desde hace 500 años, ya fuera como disfraz, aditamento fúnebre para las mujeres victorianas, barrera de protección contra el gas cloro y el gas mostaza durante la Gran Guerra de 1914 o para evitar la contaminación de smog en 1952.

En 1897, el bacteriólogo e higienista alemán Carl Georg Friedrich Wilhelm Flügge demostró que se expulsan gotitas al aire, no solo al toser y estornudar, sino al hablar también.

Ese mismo año, el trabajo de Flügge motivó a Jan Mikulicz Radecki a promocionar el uso quirúrgico de máscaras de gasa y prevenir a la gente de morir por infecciones tras operarse.

Años después, en 1905, la investigadora estadounidense, Alice Hamilton impulsó a las enfermeras a colocarse el cubrebocas sobre la nariz para evitar contagios por la fiebre escarlata.

En 1910, el epidemiólogo chino Wu Lien-teh descubrió que las bacterias también se transmitían por el aire, de persona a persona. Su hallazgo detuvo en 1911 el avance de la plaga de Manchuria, gracias a su iniciativa para usar el cubrebocas.

Para 1918 se reportó que el cubrebocas redujo complicaciones por difteria en pacientes operados. A partir de este año se comenzaron a esterilizar los cubrebocas tras su uso y a remplazar los usados por limpios.

Ese mismo año, al final de la Primera Guerra Mundial, estalló la pandemia de gripe española, nombrada así porque España fue el primer país en informar del brote. Murieron alrededor de 50 millones de personas por este virus.

En 1926 se hizo obligatorio el uso del cubrebocas en quirófanos de todo el mundo, cuando en heridas infectadas se encontraron los mismos microorganismos que había en las narices y gargantas de cirujanos y enfermeras.

El médico estadounidense Herbert Mellinger, en 1930, puso un pedazo de goma o hule entre dos capas de gasa para crear un cubrebocas antigérmenes.

La creación del cubrebocas o la mascarilla N95 llegó en 1992, cuando el científico taiwanés Peter Tsai lideraba un equipo de investigación en la Universidad de Tennessee para desarrollar una tecnología de carga electrostática, para filtrar partículas no deseadas. Se llaman N95 porque filtran el 95 por ciento de partículas en el aire.

Gracias a su uso, se ha notado una disminución en otras infecciones bacterianas como las gastrointestinales, la influenza, rotavirus, adenovirus, escherichia coli (E. coli) y otros tipos de neumonía.

.Actualmente, el uso de un cubrebocas N95 es obligatorio e indispensable en el quirófano para evitar que bacterias que tenemos en nuestra cavidad oral y sistema respiratorio puedan llegar a infectar heridas, el sitio quirúrgico o al personal, en caso de que haya una infección asintomática por covid-19.

Te puede interesar
Lo más visto