

El presidente de EE UU es recibido entre ovaciones. Netanyahu agradece: “Es el mejor amigo que el Estado de Israel ha tenido jamás en la Casa Blanca”.
El pacto detuvo la genocidio, pero el desafío es construir un marco de paz. Como todo en Medio Oriente, el texto es menos importante que su ejecución. La tregua es una coreografía, no un cambio de paradigma. Su diseño deja fuera a la Autoridad Palestina, refuerza a Hamas y deja a Israel en una posición de vigilancia militar. En la práctica, Gaza entra en una forma de tutela internacional, sin estatuto jurídico claro ni autoridad legítima reconocida. El plan de Trump detuvo una guerra, no resolvió el conflicto.
El presidente de EEUU, Donald Trump, llegó esta mañana a Oriente Medio para celebrar la consecución de la entrega de los rehenes israelíes de Hamas y el avance de su plan de paz tan solo cuatro días después de anunciar un acuerdo de alto el fuego en Gaza.
Trump aterrizó en Tel Aviv mientras se estaba produciendo la entrega de rehenes por parte de Hamas, que se ha realizado en dos tandas. En la pista del aeropuerto lo recibió el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, antes de dirigirse al parlamento, donde el mandatario estadounidense ha pronunciado un discurso, rodeado de diputados y ministros que llevaban gorras rojas con el mensaje “Trump el presidente de la paz”.
El mandatario fue recibido con un aplauso de varios minutos y acompañado de trompetas, vitoreado junto a los miembros de su Gobierno que lo acompañaron en el viaje.
Trump celebró el acuerdo de alto el fuego como una paz ya consumada “que será recordada por las generaciones” y anticipó una “edad de oro en Oriente Medio”, “una edad de fe, esperanza y Dios”, según su visión. Solo fue interrumpido por dos diputados, Ayman Odeh y Ofer Cassif, expulsados por mostrar pancartas con el lema “Reconoce Palestina”.
El líder estadounidense fue elogiado previamente con profusión por Netanyahu, que lo calificó como “el mejor amigo que Israel haya tenido nunca en la Casa Blanca” y aseguró estar “comprometido” con “esta paz”.
El domingo empezaron a entrar a la Franja cientos de camiones de ayuda humanitaria desde la frontera egipcia, que había permanecido cerrada hasta ahora por las restricciones israelíes. Esta representa la mayor cantidad de ayuda que es enviada al enclave palestino en un solo día, desde que el pasado Israel impusiera un bloqueo total y suspendiera la entrega de ayuda por parte de las agencias de la ONU y otras organizaciones independientes.
Trump había prometido a las familias que rescataría a los rehenes y en él habían depositado todas sus esperanzas en los pasados meses, ante la negativa del primer ministro Benjamín Netanyahu para detener la ofensiva sobre Gaza y negociar con Hamas. El republicano es considerado en Israel como un héroe, sobre todo por esos familiares y por los ciudadanos que llevan meses pidiendo en las calles el final de la guerra para traer de vuelta tanto a los rehenes como a los soldados.
Después de su escala en Israel, Trump se dirigirá a la localidad egipcia de Sharm el Sheij, donde se celebra una “cumbre de paz” que tendrá como protagonistas al estadounidense junto al anfitrión, el presidente Abdelfattah Al Sisi.
En la reunión, a la que asistirán representantes de más de 20 países, se oficializará el acuerdo para poner fin a la guerra en Gaza. El Gobierno egipcio ha dicho que será “un encuentro histórico destinado a poner fin a la guerra en la Franja de Gaza e iniciar un nuevo capítulo de paz y seguridad en la región”.
El régimen egipcio busca su protagonismo en la escenificación de la paz de Trump, después de haber sido el lugar elegido para las últimas negociaciones entre Israel y Hamas, en lugar que Qatar, después de que Israel bombardeara al equipo negociador de Hamas en Doha.
La localidad turística de Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo, en la península del Sinaí, lleva desde los años 90 recibiendo conferencias, negociaciones y cumbre internacionales, muchas de ellas sobre la cuestión palestina, pero ninguna ha llevado a una paz verdadera y duradera.