

La cápsula espacial Bion-M No. 2 aterrizó tras una misión de 30 días en órbita; transportaba organismos vivos para más de 30 experimentos científicos sobre los efectos del espacio en los seres vivos.
Rusia completó con éxito el regreso a la Tierra del satélite, denominado por los científicos como El Arca de Noé. La cápsula aterrizó en las estepas de Oremburgo, en el suroeste del país, con una carga biológica viva compuesta por 75 ratones, 1500 moscas, plantas, semillas y microorganismos.
La misión, impulsada por Roscosmos, el Instituto de Problemas Biomédicos de la Academia de Ciencias de Rusia (IBMP) y otras entidades científicas, tenía como objetivo central analizar cómo reacciona la vida ante condiciones extremas del espacio, como la radiación cósmica y la ingravidez.
El satélite fue lanzado el 20 de agosto en Kazajistán, a bordo de un cohete Soyuz. Durante 30 días, orbitó la Tierra de polo a polo mientras exponía a los organismos a un ambiente espacial controlado. Al regresar, las primeras imágenes del aterrizaje mostraron un pequeño incendio forestal en la zona de impacto, que fue rápidamente extinguido por los equipos de rescate. Un helicóptero trasladó a los especialistas al lugar, donde se colocó una carpa médica para realizar exámenes inmediatos a los seres vivos a bordo.
Uno de los primeros protocolos fue evaluar la motricidad de las moscas para detectar posibles daños en su sistema nervioso. Los ratones también fueron monitoreados para estudiar respuestas fisiológicas a la radiación y la microgravedad. La misión incluyó más de 30 experimentos organizados en 10 áreas temáticas, orientadas a:
Fisiología gravitacional en animales
Biología de plantas y microorganismos
Biotecnología espacial
Diseño de protección para futuras naves tripuladas
Tecnología de detección de radiación
Los enfoques principales de esta misión fueron probar sistemas que puedan proteger al cuerpo humano durante misiones prolongadas, como futuros viajes a Marte o estancias prolongadas en la Luna.
Uno de los ensayos más intrigantes de la misión se denominó “Meteorito”. Este estudio se activó durante el reingreso de la cápsula a la atmósfera terrestre, con el objetivo de analizar la teoría de la panspermia, que sostiene que la vida podría haberse originado fuera de la Tierra y llegar a nuestro planeta a través de meteoroides, cometas o partículas de polvo espacial. Los datos obtenidos podrían arrojar nueva luz sobre cómo ciertos organismos logran sobrevivir a las condiciones extremas del espacio exterior y si sería posible la dispersión natural de vida en otros planetas.
Según informaron desde el IBMP, los organismos vivos recuperados serán trasladados a sus laboratorios en Moscú, donde continuarán los análisis en profundidad. Se espera que los resultados permitan diseñar nuevas estrategias de protección biológica para futuras exploraciones espaciales tripuladas.