La Agencia Europea del Medio Ambiente advierte de que si no se multiplica la separación y capacidad de reciclaje, los residuos textiles continuarán muriendo en incineradoras y basureros o exportándose a países fuera de la UE.
Hay que pensar en nuevas colecciones llegando a negocios cada diez días. Diez temporadas diferentes cada año. A ese ritmo, la moda de usar y tirar solo en España genera un millón de toneladas de residuos textiles al año ,el 14% de toda la UE. El reciclaje es muy bajo ya que más del 80% termina tirado en un basurero o, simplemente, quemado.
El problema es grande porque, aunque compramos el doble de ropa que hace 20 años y la utilizamos la mitad de tiempo, no somos conscientes de la situación. Además, al tirar la ropa a un contenedor pensamos que acabará en buen puerto y no es así”, analiza la responsable de Consumo Sostenible en Greenpeace, Celia Ojeda.
El nivel de producción necesario para tener un flujo constante de nuevas camisetas a 4 euros, pantalones a 16, vestidos a 20 convirtió a la moda en una de las mayores presiones sobre el medio ambiente: consume gran cantidad de agua, materias primas y plástico además de comerse grandes extensiones de terreno para fabricar al ritmo exigido. La fast fashion, que consiste en la provisión constante de colecciones a muy bajos precios, hizo “estallar”, como lo define la AEM, el número de prendas que se fabrican y, también, que se desechan.
La producción global de textiles pasó de 58 a 109 millones de toneladas en 20 años. Y la proyección es que llegue a 145 millones en 2030.
La investigadora india S. Aishwariya afirma que no es posible fabricar prendas ecológicas con este sistema” y recuerda que las nuevas colecciones aparecen cada dos semanas. Son prendas de pobre calidad, bajo precio y producción masiva. Entendidas como destinadas al vertedero en poco tiempo.
El 50% de las mismas, fabricadas de esta manera, duran menos de un año antes de ir a la basura.
Solo en la Unión Europea se tiran unos 7 millones de toneladas de textiles al año. 16 kilos por persona.
Actualmente, ya tienen un sistema de separación obligatorio funcionando en Francia, Italia, Finlandia, Bélgica, Polonia, Dinamarca y Eslovenia. Además, la norma exige que se implante un esquema de responsabilidad ampliada del productor, es decir, que sean los vendedores de ropa los encargados de recolectar los residuos para reciclarse.
Con todo, los estados de la Unión Europea tienen una capacidad de reutilización y reciclado limitada por lo que una proporción grande de las prendas son exportadas a terceros países, sobre todo de Asia y África. “Y su destino es incierto”, subraya la agencia medioambiental. “La percepción común del público de que las donaciones de ropa son gestos generosos hacia personas con necesidad no se corresponde totalmente con la realidad”.
Ese comercio se casi triplicó en lo que va de siglo: de unas 550.000 toneladas saltó a 1,7 millones.
La nueva normativa europea especifica que los productores deben promover la reutilización y la reparación porque están reconocidas como prácticas “medioambientalmente más sostenibles” por delante del mero reciclado.