En la últimas semanas se conocieron los datos de empleo que elabora la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación en base al SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino) y a la EIL (Encuesta de Indicadores Laborales).
Si bien son datos atrasados, a febrero de 2024 SIPA y a marzo la EIL, marcan una tendencia que confirma lo que es una certeza: empieza a asomar el fantasma de la desocupación.
El dato es que en el mes de febrero se destruyeron 20.666 puestos de trabajo registrados en el sector privado, consolidando una pérdida desde la asunción de Milei, de 62.920 empleos. Si proyectamos la EIL, en marzo se perdieron otros 34.166. Esto es producto de una caída de la actividad económica en el mes de febrero de 3,2% interanual, y todos los datos tempranos de actividad de marzo y abril van en línea con un parate muy profundo de la economía: se produjeron en abril 21% menos de autos que un año atrás, se despacharon 36% menos de toneladas de cemento, se recaudó en concepto de IVA interno 11,5% por debajo de 2023.
El sector que encabeza la pérdida es el de la construcción, atravesado por una crisis profunda a partir de la decisión del gobierno nacional de paralizar la obra pública. En febrero, se perdieron 12.949 empleos en dicho sector y totalizan 46.249 en el primer trimestre de Milei.
En el caso de la industria, se destruyeron 2.013 empleos, sumando 5.520 desde diciembre. En marzo la industria funcionó a un 53% de su capacidad instalada, con caídas en términos interanuales en todas las ramas de actividad, algunas superiores a los 20 puntos porcentuales como la automotriz o las metálicas.
La crisis de empleo que empieza a asomar atraviesa la mayoría de las provincias: sólo tres crecieron en empleo en los últimos tres meses (Mendoza, Salta y Chubut) mientras que otras como Tierra del Fuego y Formosa perdieron el 6% de sus puestos de trabajo privados.
Pero el desempleo no alcanza únicamente a los asalariados privados: en la modalidad empleo en casas particulares, se redujeron 1.497 los puestos de trabajo, que totalizan, en los tres meses del nuevo gobierno, una destrucción de 5.903 empleos.
En el caso del empleo público, en el último mes se perdieron 6.180 puestos y desde la asunción del nuevo gobierno, se destruyeron 21.393, incluyendo tanto el nivel nacional como los subnacionales.
Si bien el punto de partida era una tasa de desocupación baja en términos históricos, 5,7% al cuarto trimestre de 2023, no deja de resultar preocupante.
Pero es preciso contextualizarlo en el mediano plazo. Desde enero de 2012, inicio de la serie SIPA, el monotributo creció 59%. Es una modalidad que en muchos casos encubre una relación asalariada, para prescindir de los costos: cargas patronales, vacaciones pagas, aguinaldo, licencias, indemnización.
Si realizamos un análisis encontramos que desde enero de 2012 a noviembre de 2023, el crecimiento de los asalariados registrados privados fue de 305.752 puestos, apenas un 5% en 12 años. Sin embargo, en la afirmación se esfuman las profundas diferencias de tendencia que hubo al interior del período que resulta imperioso poner sobre la mesa para discutir modelos de país. Mientras que hubo etapas muy marcadas con tendencias de crecimiento del empleo, hubo otras que destruyeron puestos de trabajo.
Esta diferencia puede verse reflejada en el gráfico a continuación:
En los últimos años, Argentina enfrentó dos grandes crisis de empleo. La más reciente, producto de la crisis sanitaria que afectó al mundo entero: en el contexto de la pandemia del Covid-19 se perdieron 200.000 puestos de trabajo en el sector privado.
Sin embargo, esa crisis ocurrió tras otra: la generada por la eclosión del gobierno de Cambiemos, en la que se destruyeron 278.000 puestos desde abril 2018 hasta la entrega del mandato.