Noviembre, la batalla final

El País 25 de octubre de 2023
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La de hoy será una jornada reuniones cruciales para el futuro de Juntos por el Cambio y, con ello, para los alineamientos hacia el ballotage y una reconfiguración asombrosa del tablero político.

Los dos socios mayoritarios de Juntos por el Cambio se pronunciarán hoy sobre el desafío que les planteó la dura derrota de Patricia Bullrich: qué hacer de cara al balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei. El PRO y la UCR pondrán las barbas en remojo en sendas reuniones partidarias agendadas con apenas horas de diferencia: el partido amarillo se reúne a las 11 en su sede de San Telmo; el radicalismo tiene cita en su emblemático comité nacional de la calle Alsina, a las 14. 

Después de haberse deshecho en fila y al elevado costo de la derrota de Horacio y Patricia, Mauricio Macri pone a prueba su control del PRO, intentando llevarlo a una alianza con Javier Milei. Mientras un estado deliberativo intenso se instala en la Unión Cívica Radical con fuerte tendencia a un respaldo a Massa, preludio de un eventual gobierno de unidad que revolucionaría la política nacional tal como la conocemos.

La reunión que mantendrá hoy la cúpula del partido promete tormenta. El expresidente ya se cortó solo en charlas preliminares con Milei, las que seguramente deben haber comenzado incluso antes de la primera vuelta. La clave de la unidad o de la ruptura de Juntos es la UCR. Y, con eso, de la mencionada reconfiguración de todo el sistema político que se insinúa.

Entre la invención de Milei y el ascenso nacional de cordobesismo, la suerte de Juntos quedó echada. A partir del resultado del 13 de agosto, sobrellevaron una candidatura caótica, sin centro de gravedad estratégico, sepia por momentos, sin estructura de mandos, sin recursos, con un entorno que no estaba claramente a la altura del desafío.

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En el estribo, un dato más sobre esto. El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, se despachó con un nuevo mensaje de alto contenido político en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lomas de Zamora. A la par que denunció que "el canto de las sirenas es muchas veces el canto de la desunión, el canto de la grieta, el canto del enfrentamiento", se ilusionó con que "ojalá la etapa que se inaugura nos marque un camino de unidad".

La casta se para de manos. Ahora suponemos que Massa quiere lograr lo que quiso siempre: ser el nuevo capítulo del peronismo post kirchnerista. No le queda otra. Tiene enfrente los votos de Milei, Bullrich y Schiaretti, o sea, un 60% del electorado no kirchnerista con un cuestionamiento central a los pilares de estos años y una agenda con palabras como trabajo, odio a los planes, campo, escuelas, exportación, dólar. Massa toma atajos, y a través de Milei, reconstruye provisoriamente lo que en diez años traspapeló: su relación con la sociedad. Pero la desconfianza sigue ahí. Si no se puede entrar a la historia por la puerta principal, por qué no entrar por la ventana.

Deberá terminar de sepultar la experiencia del Frente de Todos. O los efectos del Frente de Todos, porque hoy no hay una gobernabilidad adentro del kirchnerismo, o si la hay, es la caótica y fracasada que caracterizó la experiencia gubernamental espantosa entre 2019 y 2023. Por eso, el llamado a la unidad nacional es contra Milei, pero sutilmente también es contra el mismo Frente de Todos. 

Con el diario del lunes, Milei, al que creó o bien contribuyó a proyectar, resultó ser su arma maestra para que una porción significativa de la población decidiera, entre la enfermedad y la muerte, entre el precipicio y el vacío, intentar salir de la cornisa. La vieja, pero efectiva, estrategia del bombero pirómano, que prende el fuego para luego ser convocado a apagar el incendio.

La elección está abierta y los dos candidatos deberán moverse con rapidez y audacia para protagonizar la reconfiguración del sistema político, que ya comenzó y que se profundizará independientemente del resultado. Por el lado de Javier Milei, su gran déficit consiste en haber sostenido su radicalidad entre agosto y octubre, confirmando que es el candidato del caos y que cualquier atisbo de orden le resulta imposible. Esta situación lo deja, en una situación de asimetría con el único dirigente del tablero político que puede ir realmente en su auxilio: Mauricio Macri.

Si Macri llegara a apoyar a Milei, la batalla final de noviembre se dirimiría entre Macri y Massa, y no ya entre Macri y Cristina, como supone un sector de Juntos que no se resigna a abandonar aún la cristinodependencia. Macri y Massa expresan hoy dos grupos de poder dentro de la Argentina, dos economías políticas, y esa es la pelea final. Milei se mueve entre los planes de dos italianos vengativos. La batalla final.

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