La disyuntiva de Turquía

Este domingo la República de Turquía celebrará elecciones generales para cubrir la presidencia por el período 2023-2028 y los 600 escaños de la Gran Asamblea Nacional. No son cualquiera, importan. Hace un par de horas uno de los candidatos se bajó en una situación algo confusa, lo que deja una carrera de tres competidores nomás: Erdogan (oficialista), Kılıçdaroğlu (principal opositor) y Oğan (nacionalista de derecha).

El escenario es el más peleado en décadas. Los sondeos apuntan a una ajustada victoria de la oposición en las elecciones del domingo. Si se da el caso, lo más probable es que se experimenten cambios significativos en múltiples frentes. Turquía es una república presidencial. El presidente es elegido por voto popular para un mandato de cinco años, con posibilidad de una sola reelección. Si ningún candidato suma el 50% + 1 de los votos en primera vuelta, se realizará una segunda vuelta entre los dos más votados.

Turquía es miembro de la OTAN y enfrenta un panorama electoral complejo y polarizado, que puede alterar radicalmente el equilibrio del poder en Europa. No es exagerado decir que nos encontramos ante la que puede ser una de las elecciones más importantes del año a nivel global.

Como puente entre Europa y Oriente Medio, Turquía puede ser tanto el "país más musulmán del mundo occidental" como el "país más occidental del mundo musulmán". Tal contradicción ha dominado históricamente la política turca, tanto en el plano interno como en el externo.

En 2002, una feroz crisis económica sacudió el sistema político turco, debilitó tanto el poder militar como el poder de los partidos tradicionales, y motivó el ascenso del populista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdoğan.

Erdoğan gobernó como primer ministro entre 2003 y 2014, cuando fue elegido presidente. En 2017 organizó un controvertido referéndum donde (por mínima diferencia) se aprobó una reforma constitucional que abolió el parlamentarismo. Fue reelegido como presidente ejecutivo en 2018.

Ideológicamente, Erdoğan combinó elementos de populismo, conservadurismo, ultranacionalismo (con exaltación del pasado Otomano incluida) y un islamismo "moderado" para construir un nuevo movimiento, que logró mantener al país bajo su régimen los últimos veinte años.

Apoyado por el AKP y sus aliados (la "Alianza Popular" que comparte con el partido ultranacionalista MHP), Erdoğan busca la reelección para un (teóricamente) último mandato. Sin embargo, enfrenta el que puede ser su mayor desafío electoral hasta la fecha.

En los últimos años, la popularidad de Erdoğan se ha deteriorado. Su política monetaria llevó a Turquía a enfrentar una crisis cambiaria con una dura devaluación de la lira turca y una alta inflación, que llegó a ser de 85% en noviembre.

La pandemia y la cercana guerra en Ucrania no han ayudado a revertir el malestar económico y la posición de Erdoğan se ha visto cada vez más complicada. Tampoco los desastres naturales, como el devastador terremoto del 6 de febrero, que dejó un saldo de 20 mil muertos.

En ese contexto, la mayor parte de la oposición ha conseguido reorganizarse en la "Alianza de la Nación", liderada por el histórico Partido Republicano del Pueblo (CHP), hoy un partido socialdemócrata moderno. Su candidato presidencial es el parlamentario Kemal Kılıçdaroğlu. Apodado "Gandhi Kemal" (por su físico y actitudes), Kılıçdaroğlu ha revivido al CHP de las cenizas con un discurso progresista enfocado en la democracia, el consenso y la estabilización económica, en contraposición con la retórica conservadora, populista y agresiva de Erdoğan.

Las encuestas muestran a Kılıçdaroğlu a la cabeza prácticamente por unanimidad, aunque con una ventaja sumamente estrecha y en empate técnico con Erdoğan. No obstante, siempre están las dudas en cuanto a su veracidad y la posibilidad de que se fuerce una segunda vuelta.