

Desde hace más de una década y media, cada vez que el hielo que cubre el Ártico alcanza su mínima extensión anual, el dato se coloca entre los peores desde que se mide por satélite (1978). El pasado 18 de septiembre fue otro paso en esa cuesta abajo de hielo fundido.
El mínimo de 2022 empató con otros dos años en la décima peor posición. Estuvo en 4,87 millones de km2. 1,54 millones por debajo de la media 1979-2010. Un 22% más pequeño, según las observaciones de la NASA. La cuestión es que desde 2007 los 16 mínimos más bajos en la extensión de esa capa helada corresponden a los últimos 16 años.
“Se trata de una continuación en la muy reducida extensión ártica helada desde 1980”, asevera Walt Meirer, uno de los investigadores del Centro de nieve y hielo de EEUU (NSDIC). “No son variaciones aleatorias o casualidad sino un cambio fundamental en la cobertura helada como respuesta al incremento de las temperaturas”.
Porque, de forma sostenida, el casquete norte del planeta –símbolo del frío boreal– es un sitio cada vez más cálido. Este mismo año un equipo de investigadores del Instituto meteorológico de Finlandia corroboró que el Ártico se recalienta cuatro veces más rápido que el resto de la Tierra.
“Una zona amplia del Ártico se ha calentado a un ritmo superior a 0,75ºC por década”, concluyeron los autores de la investigación en Science. En el área entre Svalbard (Noruega) y Novaya (Rusia), la cosa ha llegado a 1,25 ºC por década. Entre 1979 y 2021, el Ártico, de media, se ha recalentado el cuádruple que el promedio del planeta. “Mencionar que el Ártico se calienta dos veces más rápido como ha solido hacerse en la literatura científica ha subestimado claramente la situación”, han descrito los investigadores.
Este mismo octubre, un grupo de científicos de la Universidad de Delaware ha demostrado la relación entre el derretimiento acelerado del hielo ártico y un océano cada vez más ácido. Este cambio en la química marina es un “peligro para la vida”.
El Ártico es un lugar remoto. ¿Demasiado para que sintamos los efectos de su degradación? El Centro nacional de nieve y hielo de EEUU advierte de una relación directa. Al fundirse el permafrost y liberarse esas cantidades adicionales de gases de efecto invernadero a la atmósfera “consecuentemente, impacta en el calentamiento global que afecta a toda la población del planeta”.
Harry Stern señala que “algunos científicos piensan que la pérdida de hielo tiene consecuencias directas en el clima de latitudes más bajas –como España– mediante la alteración de la corriente de chorro y otros consideran que eso no ocurre”.
La primera posición describe que el recalentamiento ártico altera esa corriente de aire lo que se traduce en extremos meteorológicos (sequías y tormentas mas salvajes) en lugares muy lejanos. La segunda postura dice que aún no puede establecerse esa relación tan directa.
El matemático, sin embargo, se muestra “cautelosamente optimista” en cuanto a que “a medida que las generaciones más jóvenes vayan ocupando los puestos de poder, actuarán para recortar las emisiones de gases. Los actuales líderes no hacen lo suficiente” porque “sí es posible detener esta tendencia y parar la pérdida de hielo si reducimos los gases de efecto invernadero”.