Los detalles del proyecto que transformará a la Argentina

El País 31 de agosto de 2022
098E5922-1C5A-40CE-A59F-97F1289D7A34

El almuerzo que la cúpula de PRO mantuvo ayer, expresó la severa grieta que divide a ese partido. Horas más tarde, en paralelo a la persistencia de la movilización en la puerta de la vivienda de Cristina, las bancadas peronistas del Congreso y el propio PJ Nacional se abroquelaron firmemente en torno a la figura de la vicepresidenta.
Un análisis inicial indicaría que la crisis político-institucional que se ha desatado en la Argentina ha afectado, paradójicamente, más a la oposición que al propio Gobierno. Eso es evidente en lo inmediato, pero puede que no lo sea tanto cuando llegue la hora de votar.

Mientras el país se debate entre vallas y alegatos, luego de un año y medio de negociación discreta, va a oficializarse en los próximos días sobre el entendimiento que la firma malaya Petronas alcanzó con YPF.

Petronas es una de las principales compañías públicas de hidrocarburos del mundo. La empresa, fuertemente transnacionalizada a pesar de ser de propiedad del gobierno de Malasia, compite de igual a igual con compañías como Shell, también en países desarrollados. La compañía con sede en las famosas torres de Kuala Lumpur explicó en la última década cerca del 15% de los ingresos totales del gobierno malayo, un número importantísimo para un país de ingresos medios-altos, considerablemente más rico en términos por habitante que la Argentina. Petronas opera terminales y productoras de Gas Natural Licuado en todo el mundo y es considerada la cuarta compañía más importante del rubro a nivel mundial en relación a su capacidad de producción.

El Acuerdo incluirá tres pilares. El aumento de la producción gasífera, el de la capacidad de transporte y la instalación de una planta de GNL que se ubicará muy probablemente en Bahía Blanca -por la temperatura del agua- para su exportación por barcos. YPF asumirá la mitad de la inversión y será titular del 51% de la planta. La inversión directa e indirecta inicial del proyecto sería de al menos diez mil millones de dólares para comenzar una producción relevante y el total del proyecto hasta su etapa final alcanzaría los 40 mil millones de dólares. La alianza estratégica para la producción en el país de un bien cuya demanda se prevé en aumento durante los próximos años por la salida de Rusia de parte de los mercados internacionales -Japón y Europa- en tiempos en que, por diversas cuestiones las inversiones en nuevas exploraciones que aumenten la oferta escasean, significará un negocio de importantes dividendos para el país.

El proyecto prevé la realización de un gasoducto de características similares al “Néstor Kirchner. De completarse en toda su extensión, permitiría exportar el equivalente a 460 barcos regasificadores al año en la próxima década. Para tomar una dimensión, todas las importaciones argentinas de este año equivalieron a 22 buques. Con el proyecto funcionando plenamente serían unos 125 millones de m3 por día. Sin usar los precios actuales y pensando en un escenario ciertamente más normal, las exportaciones podrían alcanzar los 50 mil millones de dólares por año. Un número que, naturalmente, dependerá de la evolución del precio del gas.

Aún con montos menores, el salto exportador total para los niveles actuales del país sería enorme y posiblemente signifique que los hidrocarburos se conviertan en el primer complejo de exportación del país. La producción será incremental en tramos de 10% para cada salto.

La concreción evidencia otro importante dato de política pública. El desarrollo de Vaca Muerta, que cubrió el declino de la producción y el agotamiento de los yacimientos nacionales de petróleo convencional -una silenciosa sustitución de importaciones- y el protagonismo de YPF en ese proceso, son testimonio del acierto de la nacionalización de la compañía, que excede en mucho la evolución de su capitalización bursátil.

Este modelo de apertura a las empresas multinacionales en paralelo al desarrollo de una firma nacional, en recursos naturales que son propiedad inalienable de las provincias acaso permita pensar un modelo de desarrollo para otros sectores como el minero, que podrían beneficiarse de esquemas similares sin necesidad de acudir a herramientas como la nacionalización directa del recurso que tan malos resultados dio en Bolivia y hoy genera interrogantes en México. YPF Litio puede ser una empresa nacional que compita y adquiera sectores de exploración y explotación para desarrollar por sí o en forma asociada productos industrializados, mientras el país y las grandes empresas del rubro siguen desarrollando las exportaciones del mineral.

Por último, la asociación de inversión que unirá a nuestro país con la compañía petrolera estatal malaya da cuenta de las potencialidades de inversión y desarrollo que provienen de países que se ubican por fuera de la polarización que enfrenta a China y los Estados Unidos y que tiene como actores secundarios a Rusia y la Unión Europea. Si fuera un país, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático -el bloque que Malasia integra junto a otros jugadores de peso como Indonesia, Vietnam, Tailandia y Singapur- superaría a China como destino de nuestras exportaciones. La profundización de las asociaciones existentes, de lo comercial al desarrollo de inversiones, tanto con este bloque como por otros grandes emergentes como India es, por sí misma, una muy buena noticia.

Te puede interesar
Lo más visto