

La investigación advierte que el calor no se distribuye de forma uniforme y que el hemisferio sur es el más afectado, con consecuencias directas para la biodiversidad y la actividad socioeconómica regional.
Un estudio realizado por investigadores de Nueva Zelanda, China, Estados Unidos y Austria reveló que la energía térmica se está distribuyendo de manera desigual en los océanos. Encontraron que cerca de la latitud entre 40 y 45 grados al sur los océanos están calentándose a un ritmo sin precedentes, con efectos especialmente marcados en los alrededores de Nueva Zelanda, Tasmania y en aguas del Atlántico que se encuentran al este de Argentina.
En el caso del hemisferio norte, las mayores subas de temperatura se registran en aguas al este de Estados Unidos, en el Atlántico Norte, y al este de Japón, en el Pacífico Norte. El estudio fue publicado en Journal of Climate, la revista especializada de la Sociedad Meteorológica Estadounidense.
A medida que el océano se calienta, los sistemas meteorológicos se ven afectados por un aumento de la evaporación y de la humedad que, en primer lugar, alimenta las tormentas, las hace más vigorosas , incrementa las precipitaciones y el riesgo de inundaciones en tierra, así como la erosión.
En cuanto al potencial impacto sobre la biodiversidad marina, Trenberth, autor principal de los informes de evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, afirmó que: “Algunas especies pueden perderse o desplazarse hacia los polos. También podría haber más especies de aguas cálidas en la zona con la temperatura más alta”.
Las tendencias robustas emergieron al observar el contenido de calor promedio en bandas zonales. La primera banda, entre 40 y 45 grados sur, es la que se calienta a mayor velocidad del mundo, con efectos especialmente pronunciados en torno a Nueva Zelanda, Tasmania y las aguas al este de Argentina.
El equipo de científicos liderado por Trenberth instó a mejorar el monitoreo conjunto de energía en la atmósfera y los océanos para detectar rápidamente las tendencias emergentes.
Sugirieron también se sigan enfoques interdisciplinarios para identificar con precisión las influencias humanas y naturales, especialmente en un contexto de calentamiento intensificado desde 2020.
Al considerar que el mayor aumento del contenido de calor oceánico se da en el hemisferio sur, los especialistas expresaron que se deberían priorizar los esfuerzos por comprender las dinámicas del calentamiento en esta región.
Esto abarca los efectos de las corrientes circumpolares antárticas y el transporte relacionado hacia latitudes medias. “Los cambios generales forman parte de la crisis climática provocada por las actividades humanas y, en especial, por la quema de combustibles fósiles. Por eso es útil descarbonizar la economía: esto significa que se debería hacer más uso de las energías renovables y debería reducirse la conducción de vehículos”, resaltó Trenberth en el diálogo con Infobae.
También consideró que se debería “aumentar la resiliencia de múltiples maneras”. Esto significa no solo hacer frente a los impactos del cambio climático, sino también evitar que esos efectos empeoren.
Esto puede incluir la gestión adecuada de recursos hídricos, el fortalecimiento de barreras contra inundaciones, el diseño de infraestructuras más robustas y la restauración de ecosistemas naturales que actúan como amortiguadores climáticos.