

Desde la Fundación ProTejer advirtieron que solo el 33% de las prendas consumidas en Argentina son de fabricación local. En el caso de la indumentaria que se vende en los shoppings, el 75% son de origen importado.
En un marco de desregulación, apertura comercial y apreciación cambiaria, el 67% del consumo de ropa proviene del exterior, un récord desde que se llevan registros.
Así lo mostró un informe de la Fundación Protejer, al señalar que en el primer trimestre del año, las compras de ropa y textiles del hogar pegaron un salto del 86% y 109% anual, respectivamente, en términos de volumen. La caída de los precios de importación (-26% anual en el caso de indumentaria) es uno de los claros incentivos para el ingreso de artículos desde el exterior.
Además, la entidad remarcó como factores relevantes a la supresión del régimen antidumping recientemente reglamentado, la ausencia de medidas destinadas a prohibir sustancias nocivas en la ropa, el excedente de producción a nivel global y desvío de comercio a países con menos regulaciones, la apreciación del peso argentino y la baja de aranceles.
Sobre este último punto, el informe cuestionó que la baja de aranceles "genera un fuerte incentivo a la importación de bienes finales e intermedios en detrimento de todos los eslabones productivos de la cadena, afectando desde productores de fibra hasta confeccionistas, ya que solo reduce el valor por el que se importan estos productos, mientras sigue demorando las reformas impositivas y laborales que den competitividad a la agregación de valor nacional".
En este contexto, dos tercios de las prendas de vestir que compran los argentinos son importadas, el "share" más elevado desde que Protejer comenzó la serie en 2015. Alertó que esta dinámica ya "se comienza a traducir en el cierre de empresas, pérdida de empleo y de eslabones clave dentro de la cadena de valor".
El informe fue escéptico respecto del efecto positivo que de la apertura comercial puede tener en el precio que pagan los consumidores, ya que son los costos de comercialización y "el desacople de precios minoristas en relación con los precios en puerta de fábrica" los que hacen la diferencia en el precio final.
Los impuestos nacionales, provinciales y municipales representan el 50% del valor, los costos financieros (pagos con tarjeta de crédito o promociones) y los de alquiler, el 30%; y la rentabilidad, logística y marketing, un 12%.
Entonces, la industria sólo significa el 8% del precio total.
Según Protejer, "el 80% del precio que abona el consumidor final por una remera marca Premium en un shopping está vinculado a costos que nada tienen que ver con la producción nacional, el diseño y la rentabilidad de la industria y de la marca en esa remera".
Las estimaciones del sector indican que la baja de aranceles puede generar, como máximo, una caída del 2% en los precios de la ropa, mientras que la baja de impuestos tendría un impacto mucho mayor.