

Lo anunició este lunes el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni. Unos 135 cardenales están en condiciones de participar de la elección del sucesor de Francisco.
La más de 180 cardenales presentes decidieron la fecha tras un encuentro que duró cerca de dos horas. Durante la congregación intervinieron 20 cardenales, que hablaron de la Iglesia, su relación con el mundo, además de las características que debe tener el nuevo papa ante esos retos, indicó el portavoz.
En la mañana del 7 de mayo los cardenales celebrará la misa “Pro eligiendo pontífice” y por la tarde se irán a la Capilla Sixtina para proceder al juramento de los cardenales y comenzar la elección
En la reunión se abordó el tema, aunque no se tomó ninguna decisión, de la posible participación o no del cardenal Angelo Becciu, a quien Francisco quitó los privilegios de purpurado por su implicación en un escándalo financiero porque el que ha sido condenado, pero él insiste en que conserva las prerrogativas de entrar en el cónclave.
Las exequias marcan el inicio de las 'Novendiales', el periodo de nueve días de luto en el Vaticano por la muerte del pontífice. La tumba de Francisco se puede visitar desde este domingo.
El cónclave se celebra con los cardenales encerrados para evitar interferencias. Esta práctica surgió en el 1270, cuando los habitantes de Viterbo, entonces sede pontificia, hartos de años de indecisión, encerraron a los 'príncipes de la iglesia' hasta elegir sucesor. Funcionó y el designado fue Gregorio X.
Ya no se vota por aclamación o compromiso sino por escrutinio secreto. Para que sea válida la elección, se requieren dos tercios de los votos. El 'scrutinium' contará con tres cardenales encargados de escrutar el proceso y tres de revisarlo. Las papeletas serán rectangulares y en ellas se lee “Eligo in Summum Pontificem”, mientras que en la parte inferior habrá un espacio para escribir el nombre del elegido.
Luego, cada purpurado llevará su papeleta hasta la urna y, ante los escrutadores, pronunciará el juramento: “Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien en presencia de Dios, creo que debe ser elegido”. Después colocará la papeleta en un plato y con este la deslizará en la urna.
El primer día de encierro se realizará una sola votación y en los días posteriores, en caso de fracasar, dos por la mañana y dos por la tarde.
Una vez que todos votaron se procede al recuento. Los escrutadores leerán en alto cada papeleta mientras otro toma nota y un tercero las perfora con una agua e hilo, uniéndolas en ristra.
Tras cada votación, se quemarán los votos en una estufa instalada para la ocasión en la Capilla Sixtina. El color del humo que salga por la chimenea anunciará al exterior el resultado: si es blanco, significará que se ha alcanzado un acuerdo. Si es negro, el cónclave deberá seguir. En el pasado se usaba leña o paja para intensificar el humo y evitar confusiones, pero ahora se emplean químicos.
Una vez un cardenal se imponga al resto, el decano, Giovanni Battista Re preguntará al elegido: “¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?”. De asentir, le preguntará cómo quiere ser llamado.
Habemus papam
El nuevo papa soberano es llevado enseguida a la sacristía de la Capilla Sixtina, conocida como la sala de las lágrimas, donde estarán preparados tres trajes pontificios de varios tamaños, dado que es imposible saber de antemano quién será el elegido.
El último paso será anunciar la elección al mundo: “Habemus Papam” (tenemos papa) es la fórmula que el protodiácono exclamará desde el balcón de la basílica vaticana.
El nuevo pontífice se presentará entonces al mundo e impartirá su primera bendición 'Urbi et orbi'.