Pese a la recesión económica, la pax cambiaria y la caída en los índices de inflación en los últimos dos meses le dieron un respiro al gobierno de Javier Milei, que por segundo mes consecutivo logró aumentar el nivel de confianza de parte de la sociedad.
El panorama financiero del corto plazo, en medio de un carry trade que por ahora no se detiene, parece despejado al menos hasta las elecciones; la intensidad de ese proceso fue mal calculada por la gran mayoría de los analistas.
Ahora bien, las expectativas sobre una devaluación del peso que revierta el atraso cambiario inducido por el Gobierno podrían comenzar a concentrarse como contrapartida reclamada por el Fondo a una nueva asistencia. ¿Pero eso sería realmente inevitable?
Los dólares que se necesitan para las importaciones. La Argentina está cambiando, pero todavía no terminó de hacerlo, y mientras así sean las cosas, la ecuación conocida impone que debe haber divisas para importar o, en su defecto, resignarse a que el crecimiento encuentre pronto su techo.
El indicador que mide la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella reflejó un aumento del 9,86% en noviembre respecto a octubre. En términos interanuales, el alza fue del 88,7%.
El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) se mide en una escala de 0 a 5. La medición actual superó el promedio de confianza de la era Milei de 2,52 puntos durante los 12 meses de gestión.
La medición de noviembre representó el segundo ascenso mensual consecutivo en el nivel de confianza. Actualmente, el nivel de confianza es 5,7% superior al registrado en 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri, y 31,7% mayor al de noviembre del 2020, en la administración de Alberto Fernández.
“La diferencia entre el valor máximo y mínimo de ICG en el período diciembre de 2023 a noviembre de 2024 es 0,7 puntos”, explica el informe de la Di Tella. Si se compara con las gestiones previas, durante el macrismo fue de 0,62%, mientras que el gobierno del Frente de Todos fue de 1,3 puntos.
De acuerdo al revelamiento de los últimos tres meses, entre septiembre y noviembre, se desprende que el nivel de confianza subió un 23%. La variación fue positiva en los cinco componentes: Preocupación por el interés general (9,3%); Evaluación general del gobierno (20%); Eficiencia en la administración del gasto público (12,1%); Honestidad de los funcionarios (7,9%); y, por último, Capacidad para resolver los problemas del país (3,2%).
El análisis desagregado de acuerdo al género de los consultados reveló que el ICG de noviembre fue mayor entre los hombres que entre las mujeres.
El ICG también analizó la evolución de la confianza de acuerdo a la edad. Al igual que en los relevamientos previos, el que más subió fue el de mayores de 50 años (14,5%), pero, a diferencia de octubre, en segundo lugar se ubicó el segmento de jóvenes de entre 18 a 29 años (13%).
Con respecto a la zona geográfica, de igual manera a lo ocurrido en octubre, el ICG de noviembre registró su mayor valor entre quienes residen en el interior (2,93 puntos, con una variación positiva del 11%). Luego se ubicaron los residentes de CABA (2,57 puntos, con un crecimiento del 13,2%) y, por último, quienes residen en GBA (2,16 puntos, con un aumento del 6,4%).
El índice también evalúa la respuesta de acuerdo al nivel educativo de los consultados. Al igual que el mes pasado, el mayor registro se dio entre quienes alcanzaron hasta educación terciaria y/o universitaria (2,79 puntos, con un aumento del 9,8%) y le siguen quienes alcanzaron la educación secundaria (2,60 puntos, con un crecimiento del 12,1%).
En último lugar aparecen los que alcanzaron hasta educación primaria (2,17 puntos, con una variación positiva del 4,3%).
Por último, el ICG sobre perspectiva económica fue superior entre aquellos que consideran que la situación estará mejor dentro de un año (4,26 puntos, con un crecimiento del 5,7%), que entre quienes creen que se mantendrá igual (2,29 puntos con una caída del 11,2%) o que empeorará (0,46 puntos, con una variación negativa del 11,5%).
La política económica, especialmente en lo cambiario, es una carrera contra el tiempo y espera de condiciones que permitan equilibrar el sector externo.
Sin embargo, por lo menos desde julio, hay una ventana de oportunidad para el plan económico que debía seguir una secuencia sin margen de error, desinflación, blanqueo de capitales, acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, eventual renegociación o rolleo de deuda, flujo de dólares de inversiones incentivadas por el RIGI y crecimiento de las exportaciones de petróleo, gas natural e, idealmente, gas natural licuado.
La desinflación, se ha dado, aunque no sin mesetas que duraron meses.
El blanqueo ha sido exitoso y permitido el ingreso al sistema financiero de divisas líquidas por 24.000 millones de dólares,.
El acuerdo con el FMI parece al alcance de la mano tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Mientras la caída de los tipos de cambio paralelos derrumba la brecha, ese entendimiento precipitaría la apertura del cepo.
La refinanciación de deudas se hace más factible conforme baja el riesgo país y se afianza como eventual recurso, en forma de confianza del mercado, con las seguridades de pago que Caputo dio sobre la existencia de fondos para hacer frente al pago inminente por 4.000 millones de dólares de los bonos GD30 y el AL30. Así estamos.