El verano pasado, Pompeya registró un récord de turistas. Más de cuatro millones de personas visitaron los restos de la ciudad arrasada por el Vesubio en el año 79. Algunos días, sobre todo los primeros domingos del mes, en los que la entrada es gratuita, hubo picos de más de 36.000 visitas.
Estas cifras, que han superado todos los registros de la historia del yacimiento, llevaron a la dirección del Parque Arqueológico a tomar medidas para garantizar la seguridad de las personas y la conservación de las excavaciones, que son un tesoro arqueológico de valor incalculable para estudiar la Roma Antigua.
A partir del 15 de noviembre se establecerá un límite diario de 20.000 entradas. Además, los boletos serán personalizados, con el nombre de cada visitante. De abril a octubre, donde la afluencia de turistas es mayor, se fijarán franjas horarias para controlar los ingresos. Desde las 9 de la mañana hasta las 12 del mediodía podrán entrar un máximo de 15.000 turistas y desde las 12 hasta las 17.30 se habilitarán 5.000 ingresos.
El director del Parque Arqueológico explicó que el objetivo de esta medida es limitar los efectos del turismo de masas en un lugar tan particular, la ciudad que quedó congelada en el tiempo sepultaba bajo las cenizas del volcán, que es patrimonio de la humanidad. “Estamos trabajando en una serie de proyectos para mitigar la presión antrópica sobre el yacimiento porque que puede suponer un riesgo tanto para las personas, por ejemplo en caso de terremoto, como para el patrimonio, tan único y frágil”.
Como parte de la nueva estrategia turística, la dirección pretende también que la afluencia de visitantes esté, además, repartida por toda la zona que rodea el yacimiento y abarca otras excavaciones menos conocidas, como las de Boscoreale, Torre Annunziata, Villa de los Misterios, Civita Giuliana y Stabia, que también fueron devastadas por el Vesubio.
Esta medida llega en un momento en el que en Italia y en otros países muy turísticos, como España o Grecia, se debate sobre cómo frenar los efectos negativos del turismo masivo, incluso con protestas de la población local.
El país experimentó una fuerte recuperación del turismo tras el parón de la pandemia. Italia batió en 2023 su récord histórico de turistas, con 134 millones de llegadas y 451 millones de pernoctaciones, un 13% más que el año anterior y un 2,3% más que en 2019, el año precedente a la pandemia.
Algunas ciudades italianas están poniendo en marcha diferentes proyectos para tratar de controlar una afluencia de turistas tan elevada. Venecia ha dispuesto un pago para los que visitan el centro de la ciudad durante el día, sin quedarse a dormir. Florencia ha limitado el número de alojamientos turísticos en el centro y Roma está estudiando controlar los pisos para turistas y también un sistema de visitas de pago y con reserva a la Fontana de Trevi para evitar las aglomeraciones que se generan en torno al monumento.