No lo ven

El País El lunes
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Ante un Congreso semivacío, Milei buscó una épica para justificar el ajuste y chocó adrede con el kichnerismo. El Presidente habló ante un recinto de Diputados con notorias ausencias en las bancas y en su gabinete. Tuvo hinchada propia en las gradas.

Javier Milei rodeó de pompa su intervención de la noche del domingo ante el Congreso, la que lo convirtió en el primer presidente en hacerse cargo de presentar un proyecto de Presupuesto en lugar de su ministro de Economía. El discurso, que reiteró extensamente sus lugares comunes, sus dogmas, algunos insultos y la ratificación de que cree que su negocio político es confrontar con el kirchnerismo, dejó una definición clave: el apretón severo del gasto del año en curso no es sino el comienzo de una era de ajuste permanente. El inicio de "una nueva historia argentina".

Acomodó el proyecto al pago de intereses de deuda. El Estado tendrá como prioridad juntar recursos por el equivalente a 1,5% del PBI para pagar los vencimientos. Es casi tanto como lo que se destinará a salarios del sector público: 1,8% del Producto. El dólar oficial llegaría a $1207 en diciembre de 2025, un valor inferior a la cotización actual de las divisas paralelas. 

Lo que viene es una  vieja regla: el déficit cero, tanto primario, previo al pago de deuda, como financiero, que incluye ese ítem. Se propone alcanzar el Índice de Precios al Consumidor más bajo en dos décadas: 18,3% anual a fines de 2025. 

Al postular que el déficit cero será un objetivo irrenunciable, explicó que el gasto público será recortado incluso cuando la economía esté en recesión.

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En ese sentido, no planteó una política antikeynesiana, sino una prekeynesiana, opuesto exacto de lo hecho en su momento por Cristina. Con ella, si la actividad bajaba, el Estado gastaba más para impulsarla y en caso contrario, también, cebando la inflación. La racionalidad no es el rasgo más destacado de la política argentina.

"No creemos en las políticas contracíclicas y en ningún tipo de intervención del Estado", avisó, como si la evidencia fuera cuestión de fe, Milei.

Por lo pronto, el ambiente no es el de hace un tiempo. Un dato acaso anecdótico. Lo que Milei soñaba como una audiencia fenomenal para su cadena nacional, que ignoró otra vez a la oposición y eligió realizar un domingo a la noche en prime time, obligando a posponer el regreso de Susana a la televisión, no se tradujo en el rating medido.

A pesar de haber sido transmitido en horario central, el discurso del presidente Javier Milei en el Congreso tuvo muy poco seguimiento en los principales canales de TV. De hecho, el encendido marcó una caída promedio de más de 10 puntos, una marca histórica para la televisión argentina.

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La audiencia perdida por los canales de televisión abierta tampoco migró a las señales de noticias del cable, que también percibieron fuertes caídas en su nivel de espectadores.

Según la cuenta de X @realtime, cuando comenzó la cadena nacional medía solo 3.8 sumados todos los canales de aire. Mientras que a las 20, sin la cadena, los canales de aire sumaban 15.9 puntos de rating.

La consultora Zuban, Córdoba y Asociados es una de las que más ha advertido sobre un deterioro paulatino de la imagen del Presidente y del Gobierno. La encuesta que divulgó ayer ratifica ese escenario.

La aprobación a la gestión ha caído a poco más del 42% y ya tiene un saldo neto fuertemente negativo.

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Sin embargo, el descrédito de los canales que deberían generar una alternativa opositora es dramático. Un discurso grandilocuente con cita errónea a Cicerón, debieran ya ser suficientes. La palabra, incluso la de Milei está totalmente devaluada, nadie cree en lo que dicen.

Sin embargo, las instituciones que el gobierno ataca sí gozan de la credibilidad de la gente (Universidades, Salud Pública,  CONICET).

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