Es el noveno viaje del Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, desde el comienzo de la guerra en la Franja de Gaza el pasado mes de octubre.
Más de 40.000 palestinos han muerto en este tiempo y una solución al conflicto no parece sencilla, pero Estados Unidos intenta diseñar un acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás que permita, al menos, el cese de las hostilidades y la liberación del centenar de rehenes que siguen secuestrados antes de la celebración de los comicios presidenciales el próximo 5 de noviembre.
En un encuentro de casi tres horas en Jerusalén, Benjamín Netanyahu ha trasladado a Blinken “el compromiso de Israel con la última propuesta estadounidense sobre la liberación de los secuestrados, que tiene en cuenta las necesidades de seguridad de Israel”, en las que el primer ministro “se mantiene firme”, según un comunicado de su oficina, que no ha ofrecido más detalles.
Precisamente la “firmeza” de Netanyahu respecto a esas necesidades, considerada inflexibilidad por Hamás, es señalada como uno de los principales obstáculos para alcanzar un acuerdo hasta ahora.
Blinken ha anunciado que Israel ha aceptado la propuesta estadounidense y que ahora corresponde a Hamás hacer lo mismo.
Hamás ha rechazado la propuesta de EEUU, denunciando que es “un golpe de Estado a lo alcanzado por las parte el 2 de julio pasado”, así como “una respuesta y aquiescencia estadounidense a las nuevas condiciones del terrorista Netanyahu y sus planes criminales para la Franja de Gaza”. En un comunicado ha afirmado que “los hermanos mediadores en Qatar y Egipto saben que Hamás actuó de manera positiva y responsable en todas las rondas de negociaciones anteriores”, responsabilizando una vez más a Netanyahu de introducir nuevas condiciones y demandas.
Washington, junto a sus aliados en la región, trabaja para que “no se produzca una escalada, no haya provocaciones, no se produzcan acciones” que puedan alejar las posibilidades de sellar un acuerdo, algo que ha sido imposible desde el último y único pacto de tregua en Gaza, a finales de noviembre.
La diplomacia internacional también intenta evitar una mayor escalada y la expansión del conflicto, en el caso de que Irán decida responder de forma letal a dos ataques israelíes en sus territorios a finales de julio –en los que murieron el líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, y el máximo comandante militar del grupo chií libanés–.
EEUU y los otros dos mediadores en el conflicto de Gaza, Egipto y Qatar, presionaron a las partes para volver a la mesa de negociaciones la semana pasada, afirmando que no había más tiempo que perder. Hamás exige que el acuerdo incluya un alto el fuego definitivo y la retirada de todas las tropas israelíes de la Franja de Gaza, sus principales demandas desde el primer momento, que ha vuelto a reiterar este martes. Asimismo, rechaza que el Ejército israelí siga controlando el corredor de Netzarim (que divide la Franja en dos, entre el norte y el sur ) y el corredor de Filadelfia, en la frontera entre Gaza y Egipto.
La violencia en la Franja de Gaza y en Israel tampoco crea un ambiente propicio para alcanzar un consenso, a pesar de la insistencia de Blinken. Entre el lunes y el martes, han muerto al menos 34 personas en el enclave palestino, según el Ministerio de Sanidad gazatí, que ha elevado a más de 40.170 los fallecidos desde el 7 de octubre y más de 92.850 los heridos.