Milei en su ley

El recambio en la Jefatura de Gabinete representó un punto de inflexión en la gestión. Milei admitió que se había cumplido una fase y comenzaba otra.

El disparador es que el progresivo descenso de la inflación, indica un éxito y, a la vez, la proximidad de un límite. En los meses que se avecinan esa tendencia a la baja mutará hacia un amesetamiento.

Esa percepción genera una modificación en las expectativas de la sociedad. El hecho de que la brecha cambiaria se haya ensanchado en las últimas semanas y que el riesgo país haya subido, es un síntoma que no supone una reversión de la tendencia declinante en estos dos ítems, pero marca sí la sensación de los mercados de que algo no está funcionando.

Está por verse como los números fríos de la economía impactan en el humor de los diferentes sectores de la sociedad y cuales serán las consecuencias a mediano plazo del profundo ajuste fiscal que está realizando el gobierno.

Milei festejó un semáforo de actividad en el que algunos números comienzan a pintarse de verde. Se ven, allí, recuperaciones en ventas de autos 0km, producción de acero y materiales para la construcción, como cemento. Pero persiste el rojo en la recaudación de IVA, un reflejo del consumo.

Las encuestas revelan un descenso de la inflación como el tema prioritario y un aumento de las preocupaciones por el desempleo y la pobreza. Podrían, entonces, compatibilizarse dos tendencias reflejadas en las estadísticas y en las encuestas de opinión. La primera es la fenomenal caída en los niveles de producción y de consumo, unida al incremento del desempleo y los niveles de pobreza. La segunda es el mantenimiento de los índices de aprobación a la gestión.

Los progresos registrados en el tratamiento de la Ley de Bases y la reforma fiscal en el Senado, derivados de la inédita flexibilidad exhibida por Francos, en la negociación con los distintos bloques legislativos, son un signo novedoso. Sin embargo somos el país del empate catastrófico y tendemos con fascinación al anti consenso.

No sería sorpresa entonces que no sea la ley pretendida o bien que haya resolución salomónica una vez desde la presidencia del Senado

Muchas de las críticas a la debilidad del gobierno y su caótico accionar, no contabilizan que su integración está en línea con el mismo fenómeno que lo llevó al poder. A esta particularidad hay que agregar que para Milei la prioridad excluyente en estos primeros seis meses estuvo concentrada obsesivamente en una drástica reducción de la inflación. Esa preocupación relegó la consideración de todos los demás problemas.

Es insuficiente para afrontar una instancia que demanda avanzar en las reformas para mejorar la economía. Exige un escenario de sustentabilidad política de mediano y largo plazo.

La propia vocera oficial del FMI, Julia Kozack, advirtió que “como hemos dicho muchas veces, sigue siendo fundamental ampliar el apoyo político a la estabilización y reforma macroeconómica”.  

El proyecto de instalación de un polo de empresas de inteligencia artificial en la Patagonia, cuya localización geográfica obedecería a la cercanía de las fuentes de los enormes volúmenes de energía que demandaría su desarrollo, es un ejemplo de la intención de impulsar la inserción de la Argentina en este nuevo escenario económico.

Las reglas de juego planteadas en el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), en especial la garantía de seguridad jurídica que supone la instauración de mecanismos de arbitraje internacional para la dilucidación de las eventuales controversias, promueven condiciones para nuevas inversiones en la agroindustria, la energía y la minería, puede implicar un empujón para las economías regionales y la reactivación productiva.

Pero el impacto de esas perspectivas de reactivación, basadas en el descenso de la inflación y la aprobación del RIGI, tiene tiempos distintos que a su vez suponen diferentes implicancias políticas. En el corto plazo no tendrán un aumento significativo, ni de la inversión en la actividad de las industrias ya instaladas, que tienen un 50% de capacidad ociosa y por lo tanto no necesitan nuevas inversiones para abastecer un incremento de la demanda.

Ninguna política social “compensatoria” puede solucionar los problemas originados por un sistema prebendario, cuya crisis terminal desembocó en el estancamiento económico que padece la Argentina, con sucesivos gobiernos, en los últimos doce años.

Toda estrategia económica requiere apoyo. En la Argentina esa condición implica una convergencia entre los sectores populares, tradicionalmente representados por el peronismo, y los sectores productivos tecnológicamente más avanzados y competitivos, como el complejo agroindustrial, capaz de erigir al país en un polo de importancia global, y la ascendente economía del conocimiento, que abarca desde la bioeconomía hasta el sector nuclear, el software y la industria espacial.

De cualquier manera, es muy impostergable que el Gobierno introduzca cambios en el plan económico. La duda pasa por si se buscará un cambio de régimen, a partir de la nueva ley,  como parte de una segunda fase de su programa. La ley, paradójicamente se aprobaría el día del arquero.

Habrá entonces una reconfiguración de las fuerzas políticas, para forjar una alternativa, que exige acordar un punto de partida: hay un “antes” y un “después” de Milei. Un auténtico cambio de época. Más allá de lo que ocurra en el corto plazo, nada de lo que venga después de Milei podrá parecerse a lo que hubo antes.