Con un largo aplauso entró Javier Milei al Alvear Palace Hotel para compartir un almuerzo con cientos de empresarios reunidos en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción.
Las promesas de Milei avanzan y en junio quizás haya novedades. Nadie lo sabe pero la idea de dolarizar o hacer una canasta de monedas sigue en pie.
Allí fue a exponer su plan económico, pero la mayor parte de su alocución la usó para refutar a una mayoría de economistas que advierten que hay atraso cambiario, es decir, que el dólar ha subido por detrás del conjunto de los precios de la economía y debería subir más que el 2% mensual, como desde enero.
El Presidente pretendió demostrar lo que sabe como economista para señalar que el tipo de cambio es bajo cuando hay confianza de los inversores y es alto cuando hay crisis y que, por tanto, hacen mal los analistas que toman el valor promedio como el adecuado.
“Sí, va a estar cara la Argentina en dólares y se corrige con reformas estructurales”. Es decir, con desregulaciones como las de la ley Bases, incluida la reforma laboral, el mega DNU (decreto de necesidad y urgencia) y con eventuales bajas de impuestos. “Para decir que hay atraso debería haber déficit fiscal y creciente, política monetaria activa (tasas de interés por encima de la inflación). Pero la política monetaria es contractiva, parece joda pero es el gobierno de La Libertad Avanza. Si tuviera problema de atraso, tendríamos una sistemática caída de reservas.”
Milei expuso que lo que hay es un “problema de infraestructura”. “Tengo uno de base contractual y tengo un problema de fierros. La solución es con el DNU y buscando concesiones”, apuntó. Es decir, con desregulaciones y con la concesión de obras al sector privado, ya no proyectos públicos. Prevé que la nueva disminución de tasas del 50% al 40% acotará el déficit cuasi fiscal, el del Central, al 2% del PBI. No hubo Bonex sino licuación de los ahorros, sin que el dólar paralelo apareciera como alternativa.
El Presidente apuntó a quienes lo acusan de carecer de un “plan de estabilización” para bajar la inflación y basarse sólo en un brutal ajuste fiscal para que el Central deje de emitir moneda para financiar el déficit. “Si no hay plan de estabilización, ¿qué piensan? ¿que baja de casualidad la inflación? Es insultante”. Admitió que el recorte fiscal fue de 7 puntos del PBI, en lugar de 5, como había anunciado en un principio.
“Es el ajuste fiscal más grande de la humanidad”, celebró y calificó de “burla” a los economistas locales que le critican la “calidad del ajuste”. Olvidó mencionar que también el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte sobre la “calidad”.
“Al ministro (de Economía, Luis) Caputo lo llamo chanchito de yeso porque para sacarle un mango hay que romperlo todo”, bromeó Milei, con el jefe del Palacio de Hacienda en frente. “La intención es bajar los impuestos. Primero eliminar el impuesto PAÍS, después las retenciones y después el impuesto a los débitos y créditos (al cheque y otras transferencias)”, secuenció Milei.
“Nuestra voluntad de bajar impuestos es tal que no los coparticipamos porque si no, no los bajamos nunca más”, se refirió al reclamo provincial de coparticipar el PAÍS. Pero aclaró que la reducción tributaria no depende sólo de él sino de provincias y municipios. Después precisó cuándo él disminuirá los gravámenes: “En la medidas en que empiece a rebotar la economía, los bajamos”. La duda es cuándo repunta: los financieros se entusiasman con este año, pero los industriales desconfían.
“El bono que cotizaba a 18 dólares, ahora a 60, festejó, lo mismo que la consiguiente baja del riesgo país. “De a poco vamos a ir abriendo las restricciones cambiarias”, prometió Milei. “No las vamos a liberar todas juntas. Antes se pagaba el 15% de las importaciones. Hoy, el 70%. Estamos calzando el flujo de divisas porque si libero el problema de stock (de deudas por importaciones, que dejó el anterior gobierno), me hace un salto transitorio del tipo de cambio. Estamos muy cerca de abrir el cepo. Si resolvemos los pasivos remunerados, los puts (opciones de compra de bonos del Tesoro que la administración pasada dio a los bancos), y por lo que están peleándose bastante; y los giros de dividendos (de las filiales de empresas extranjeras a sus casas matrices, cuando terminemos eso, vamos a abrir el cepo. Se demora porque lo hacemos a mercado”, se justificó.
“La cantidad de dinero no se va a mover”, lanzó. Entre los empresarios que lo escuchaban había muchos que en la pandemia reclamaban que se emita todo lo necesario para rescatar a las compañías que no podían pagar los sueldos. “En la medida en que la economía se expanda y el monto de consumo se agrande, se va a incrementar la demanda de dinero, pero no vamos a emitir más sino que la gente va a poner más dólares en la economía. El peso va a estar como una roca, no se mueve. En la medida en que la economía se expanda, la cantidad de pesos será muy chica y entonces puedo dolarizar y puedo eliminar el Banco Central”.