El Gobierno de Israel llevaba meses amenazando con atacar la localidad de Rafah, en el extremo sur de Gaza y donde se refugiaron más de un millón de palestinos de otras zonas de la Franja. El Ejército anunció la evacuación forzada de los residentes del este de Rafah e intensificó sus bombardeos contra esa zona, obligando a los palestinos a huir y al grupo islamista Hamas a aceptar una propuesta de alto el fuego que los mediadores internacionales, Egipto, Qatar y Estados Unidos, pusieron sobre la mesa.
Las Fuerzas de Defensa de Israel anunciaron que están atacando “objetivos terroristas de Hamas” en el este de Rafah, la misma zona de la que instaron a los palestinos a irse a primera hora del lunes. Los militares pidieron evacuar los barrios de Al Shuka, Al Salam, Al Janina, Taba Zaraa y Al Yarmouk, y dirigirse a la denominada “zona humanitaria” de Al Mawasi, situada al noroeste del núcleo urbano de Rafah, avisando a los civiles con panfletos lanzados desde el aire, mensajes de texto a sus celulares y anuncios a través de la radio.
El gabinete de guerra israelí, encabezado por el primer ministro, Benjamin Netanyahu decidió continuar “la operación” en Rafah, a pesar de las presiones internacionales y los llamamientos a detener la ofensiva por parte de organismos y gobiernos de todo el mundo, incluido su principal aliado, Estados Unidos.
Según un portavoz del Ejército israelí, Nadav Shoshani, en la zona que está siendo evacuada residen unas 100.000 personas, pero hace tiempo que Rafah acoge a muchos más aparte de sus habitantes.
En la ciudad y los campamentos que surgieron a sus alrededores, junto a la frontera con Egipto, se hacinan actualmente cerca de un millón y medio de personas, mientras que antes del conflicto la localidad tenía unos 300.000 residentes.
La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que ofrece parte de la asistencia humanitaria en Gaza, anunció que no va a abandonar Rafah y que mantendrá su presencia “el mayor tiempo posible”, y que “seguirá proporcionando ayuda vital” a las personas que permanezcan allí.
En el norte de Gaza, donde las autoridades locales calculan que quedan entre 600.000 y 700.000 personas, la población ya sufre una hambruna.