“Hemos visto un notable apoyo del público durante todo el conflicto, y la opinión pública sigue apoyando mucho nuestra huelga. Por no mencionar el apoyo total de otros sindicatos tanto en Suecia como en el extranjero”, dice Jesper Pettersson.
Es el portavoz de IF Metall, el poderoso sindicato sueco de trabajadores del metal que decidió ir a la guerra contra Tesla hasta las últimas consecuencias. La huelga contra la compañía dirigida por Elon Musk cumplió seis meses. Es la más larga de la historia moderna del país.
Los piquetes de IF Metall pasaron el duro invierno sueco haciendo guardia frente a los talleres de Tesla en Segeltorp, al sur de Estocolmo. Todo comenzó cuando sus delegados constataron que el fabricante de autos eléctricos se negaba a firmar un convenio colectivo con los 120 mecánicos que tiene contratados en Suecia.
Suecia tiene un modelo de mercado laboral único. Allí las condiciones laborales de los trabajadores, como el salario mínimo o las horas de jornada no están reguladas por ley, sino que son los sindicatos y las empresas o patronales las que las negocian en cada sector. Durante décadas fue un modelo muy efectivo, defienden los sindicatos, ya que flexibiliza el marco laboral y permite adaptarlo a la realidad de cada momento sin necesidad de negociar modificaciones legislativos en el Congreso.
Hasta que llegó Tesla, que se niega a firmar uno. La empresa no explicó por qué, pero la decisión tendría que ver con las críticas habituales de Musk a los sindicatos y su tajante negativa a colaborar con ellos. La empresa afirma que las condiciones que ofrece a sus mecánicos son mejores que la media del sector y que no hay necesidad de convenio.
Apoyado en sus 300.000 afiliados, IF Metall declaró una huelga general en su organización y después, ante la negativa del fabricante a negociar, fue pidiendo a otros sindicatos que se unieran a su protesta “por solidaridad”, una figura que permite a los trabajadores unirse a la huelga contra una empresa aunque no sean trabajadores de esta. Luego extendió el conflicto a nivel internacional y consiguió que sindicatos de Noruega, Dinamarca y Finlandia hicieran lo mismo.
En este momento a Tesla no le descargan sus vehículos en ningún puerto escandinavo y tiene que llevarlos a Suecia por ruta desde Alemania. No le entregan cartas, paquetes ni remesas de repuestos (lo que implica que no recibe matrículas y debe pedir a los propietarios que las soliciten ellos mismos), no le recogen la basura, no le atienden sus estaciones de carga ni le limpian sus instalaciones.
“Esto es importante porque está en juego todo el modelo sueco”, afirmó el presidente del sindicato de transportistas, uno de los primeros en sumarse a la acción contra Tesla de IF Metall, en la que hay un total de nueve organizaciones de trabajadores involucradas.
Hay trabajadores de cuatro países boicoteando operaciones de Tesla y sindicatos de todo tipo, desde electricistas hasta carteros o estibadores, con el objetivo de que los mecánicos suecos de la compañía tengan un convenio colectivo. Sin embargo, puertas dentro de las instalaciones de Tesla la situación es muy diferente. El escaso respaldo de la huelga por parte de los mecánicos de Tesla es una importante variable en las últimas semanas. .
A IF Metall no le queda otra alternativa que seguir adelante. La huelga sigue su curso.