Tras una semana negativa para su gobierno por el rechazo del FMI a enviar fondos frescos, el autoaumento de sueldo de los senadores y el reclamo de las universidades públicas, que hoy tendrá su corolario e impacto aún desconocido, el presidente Javier Milei buscó retomar la centralidad de la agenda.
Apostó toda la artillería comunicacional del Estado: cadena nacional, en horario central, con réplica en redes y a números: superávit financiero de 0,2% del PBI para el primer trimestre, dijo el Presidente, lo que no sucedía desde 2008. La cadena nacional fue el mensaje y quizás demostró por ultima vez Milei puede usar la carta de la pesada herencia. Habrá que ver.
Sería bueno revisar los números, particularmente de un presidente cuya credibilidad y percepción de sinceridad fue un activo que le permitió mantener relativamente alta su popularidad incluso en un contexto de fuerte ajuste y recesión.
La reducción real de las jubilaciones y las prestaciones sociales asociadas, explica el 45% del ajuste, mientras la obra pública, motosierra, apenas el 20%. Otra parte importante del resultado es la suspensión de pagos de energía. Una maniobra que no se puede catalogar ni de licuadora ni de motosierra sino de caminar las deudas, un atajo de muy corto alcance.
El plan está funcionando. Sostenible y consistente. Hacer posible lo imposible. Único camino posible. Hazaña de proporciones históricas. Inflación desplomada. Patriotas. Nueva prosperidad. El hilo conceptual del discurso tuvo dos características salientes: apeló a resaltar atributos donde –precisamente- aparecen las debilidades y por primera vez, vender expectativas, una luz al final del túnel, esperanza.
Pero por si fuera poco, y como ese ahorro, aunque festejado, no alcanza, Milei anunció: “Hemos recorrido más de la mitad del camino. Este es el último tramo de un esfuerzo heroico que los argentinos estamos haciendo y por primera vez en mucho tiempo esta vez el esfuerzo va a valer la pena”. Es decir, lo que en la previa algunos analistas evaluaban como el posible anuncio del levantamiento del cepo o de la llegada de dólares frescos terminó siendo una ratificación del recorte. Con un condimento extraño: el Presidente se desdijo de su exaltación de la “licuadora” y argumentó que casi todo el ahorro fue por “motosierra”.
“Este milagro económico que ha sido lograr superávit financiero trimestral luego de casi 20 años, responde, a diferencia de lo que suelen afirmar los que quieren el fracaso de este gobierno, en enorme medida a lo que durante la campaña llamamos motosierra y no como dicen algunos a la licuación del gasto público”, dijo, después de haber reconocido lo contrario. Acaso reivindicar recortarle poder adquisitivo a los jubilados sirva en una entrevista con LN+ pero no en una cadena nacional en prime time.
Fue, sin dudas, llamativa la decisión del Presidente de hacer eje en ese tema. Según dijo, de los cinco puntos del déficit del Tesoro que recortó, solo 0,4% corresponden a la decisión de cambiar la fórmula de ajuste de las jubilaciones. Analiza los números a contramano de la realidad.
El ajuste, además, resultó ser la única promesa de campaña que Javier Milei mantiene viva. A horas del comienzo de la marcha en contra del recorte a la universidad pública, el mandatario no dudó en avisar: “No esperen la salida de la mano del gasto público. La era del supuesto Estado presente ha terminado”.
Del cepo nada dijo porque no nada tiene para decir. La falta de anuncios, de hecho, fue el gran Talón de Aquiles de una noche en la que sobraron los adjetivos. Las versiones sobre anuncios vinculados a un paquete crediticio internacional destinado a apurar la salida de aquel, quedaron fuera del libreto y sólo sirvieron para que el mercado financiero se inflara, generando ganancias que se anticipan y posibles pérdidas para el rebaño que siempre llega tarde donde nunca pasa nada.