Javier Milei está convencido que este domingo se impondrá en primera vuelta y está pensando los primeros pasos para una transición muy compleja, en medio de la corrida del dólar y la disparada de precios.
Las opciones son de triunfo varían, desde una coronación en primera vuelta hasta una ventaja de más de cinco puntos sobre Massa. Cuando generás expectativas de ganar en primera vuelta y no cumplís, tu palabra queda dañada.y te embadurnás de desconfianza menos de 30 días antes de la siguiente votación.
Si bien las encuestas parecen tener la brújula desmagnetizada hace tiempo, los estudios interesan, a veces, por lo que dicen más en lo cualitativo que en lo cuantitativo. Un sondeo de la consultora Sentimientos Públicos muestra algunas tendencias sociales que acompañan el ascenso de Milei.
A esta altura es conocida la preponderancia del libertario entre los más jóvenes, con porcentajes plebiscitarios entre los menores de 25 y muy buenos entre los menores de 40. Más interesante es que ambos segmentos concentran a la mayor fracción de votantes indecisos. Según el estudio, las indecisas duplican a los indecisos frente a la elección del próximo domingo.
Milei, desde su rol de outsider, logra representar lo que nadie representa y, en este sentido, contiene dentro del sistema.
Existe una Argentina invisible para las campañas, que plantea esto: el deseo que se rompa todo, la sensación de abismo y la caída sin freno de la calidad de vida. Una gran parte de la sociedad no se siente interpelada ni escuchada. Es el peor contexto que podemos tener en democracia, porque incluso se han puesto en juego, los valores democráticos recuperados en 1983.
47% de los votantes esperan un cambio radical, por encima del 27,5% que prefiere un presidente con valores similares a los suyos o el 21,6% que quiere un presidente razonable. Estos dos universos, que contienen casi el 50% de los votantes, es lo que hace ilusionar a Bullrich y Massa en un eventual ballotage.
El descontento es extendido y trasciende a la actual gestión. Apenas un 3,5% puso como prioridad una derrota del oficialismo. Es la casta.
Desde la consultora identifican como el hilo que cohesiona las mayores adhesiones a Milei en aquellos que perciben, correcta o incorrectamente, que tienen poco por perder. El candidato se impondría entre los votantes de nivel socioeconómico bajo, en hogares inquilinos, que lo votan en mayor proporción que los propietarios y entre desempleados y trabajadores cuentapropistas sin gente a cargo, pero también entre quienes tienen una empresa o comercio. El peor segmento de Milei son los empleados en relación de dependencia.
El peronismo tiene todo el pasado por delante, sea cual fuere el resultado del domingo.
Bullrich, mientras tanto, se entusiasma con una arremetida final que la deposite en el ballotage. Como ocurre habitualmente con JxC, la afluencia de votantes en las generales es sensiblemente superior a las PASO. La dificultad adicional que encuentra es que ese crecimiento encuentra un límite en la zona donde Juan Schiaretti condensa parte del voto antikirchnersita, fundamentalmente en Córdoba. Vemos que su aspiración de máxima y techo, seria lograr el 100% de lo que obtuvo JxC en las PASO de agosto, esto es, un 27%
De todos los nuevos votantes, que tienen a distribuirse proporcionalmente-, Bullrich debería sacar más de la mitad para asegurarse su ingreso a la segunda vuelta. En el equipo miran con preocupación el pronóstico del tiempo para el domingo que anuncia probabilidad de lluvias porque creen que atenta contra la revolución de los "viejos meados" con la que buscan entrar al ballotage.
La mayor participación se ve amenazada por la lluvia que ya anuncian sitios metereológicos, que pronostican un 75% de probabilidad de lluvia. Accuweather vaticina un 25% de chances de aguacero. En Juntos no paran de darle F5 -la tecla para actualizar las webs- a esos sitios.
Con la inflación anualizada en 140% y el blue cercano a los 1000, el pronóstico para Massa parece más una pieza de ciencia ficción.
Queda definitivamente atrás la etapa política que inauguró el conflicto entre el gobierno y las entidades agropecuarias hace quince años y un ciclo de más de una década de errores y horrores económicos , aún con gravedad y responsabilidades distintas. La apuesta por la unidad nacional o la motosierra, constituyen formas opuestas de encarar la tarea de reconstrucción que tanto la estructura como la sociedad claman y se torna inevitable. No hacerlo o minimizarlo sería el último gran error.
Si el cambio es una certeza, su contenido no está aún definido. Está en manos de los votantes y, con las cartas sobre la mesa, de los dirigentes. Argentina cuenta con instituciones y resiliencia para confiar en la resistencia de su democracia ante las dificultades que pudieran aparecer.
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