Una huelga inédita tiene en vilo a los grandes fabricantes de autos en Estados Unidos

El mundo 20 de septiembre de 2023
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El viernes pasado, el sindicato de trabajadores de la industria automotriz de Estados Unidos se declaró en huelga, generando una situación sin precedentes. Por primera vez se vieron afectados simultáneamente los tres grandes fabricantes de autos estadunidenses: Ford, General Motors y Stellantis, propietaria de las marcas Jeep, Ram y Chrysler.

La otra particularidad de la huelga es que solo 14.000 de los 150.000 trabajadores están de paro, afectando áreas estratégicas de determinadas plantas que paralizan o dificultan la producción en muchas otras, dada la interconexión en la provisión de piezas. Por el momento, las plantas afectadas son 3: una de Ford en Michigan, que produce los modelos Bronco y Ranger; una de GM en Missouri, que produce la pickup Chevrolet Colorado, y una de Stellantis en Ohio que produce el Jeep Wrangler.

Son todos modelos de alta rentabilidad para sus empresas, así que la paralización de su producción supone fuertes pérdidas económicas. Por otra parte, la mínima cantidad de huelguistas involucrados permite administrar con mucha eficacia el enorme fondo de huelgas del sindicato (estimado 825 millones de dólares), que compensa en parte la paga de los trabajadores de paro. Todo esto es una clara señal de que el sindicato planificó metódicamente esta medida de fuerza, y que tiene resto para extenderla durante mucho tiempo, e incluso escalarla a otras plantas si la negociación así lo requiere.

El pedido de la UAW, encabezado por su combativo presidente Shawn Fain, también es inédito. Exigen un aumento salarial de 40% (escalonado en 4 años, que sería la duración del acuerdo), estabilidad laboral y la reducción de la jornada laboral a 32 horas semanales (desde las actuales 40).

Dos datos apoyan el reclamo: según estimaciones, las ganancias combinadas de las tres grandes en la última década ascendieron a 250.000 millones de dólares, un aumento del 92% respecto a los 10 años anteriores. Durante ese mismo período, el salario promedio de los trabajadores en esas compañías apenas aumentó un 6%, con una pérdida de poder adquisitivo en términos reales de un 30%.

Hasta hoy, no hay indicios de que el conflicto vaya a resolverse pronto. Las posiciones aún están muy lejanas y la postura del sindicato es extremadamente firme; incluso todavía se guardan la carta generarles a las empresas un daño mayor, con paros en las plantas que producen los modelos más rentables, como las grandes pickups Ford F-150, Chevrolet Silverado o Ram. Por el lado de las empresas, siempre está latente la amenaza de llevarse la producción a México, un país con costos laborales muchísimo más bajos.

Pero eso ya tendría otras implicancias políticas. De hecho, los políticos más importantes de ese país van tomando posición en el conflicto, con un ojo puesto en las elecciones del año que viene. Por un lado, el actual presidente Joe Biden, su antecesor Barack Obama y la popular senadora Alexandria Ocasio Cortez, ya han expresado su apoyo a los trabajadores; mientras que en la vereda opuesta –la del Partido Republicano– Donald Trump encabeza las críticas a las acciones de Fein como el líder del sindicato.

Pero todo es más complejo de lo que parece: para Biden, el paro podría complicar sus chances en el estado de Michigan, clave por ser uno de los famosos swing states que definen la elección presidencial.

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