Según una encuesta realizada por la empresa óptica Vision Direct, cada persona pasa de media unas diez horas diarias frente a teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles y televisores. Otro estudio de App Annie, organización dedicada al análisis de datos del mercado de las apps, casi la mitad de esas horas las dedicamos a la pantalla del móvil. La compañía de redes virtuales NordVPN augura que pasaremos 28 años, nueve meses y diez días conectados a internet a lo largo nuestra vida.
Si se toma como referencia la esperanza de vida promedio, supone que prácticamente la tercera parte de la existencia se irá entre ordenadores y tablets pero sobre todo teléfonos móviles.
En Zeamo, una consultora sobre el bienestar laboral, recuerdan que nuestro cerebro solo es responsable del 2% de nuestro peso corporal, pero utiliza hasta el 20% de nuestra energía. La polución también influye en nuestra capacidad de atención: The National Center for Biotechnology Information, organismo dependiente del Gobierno de Estados Unidos, advierte de los efectos potencialmente dañinos de los contaminantes inhalados durante la última década en el sistema nervioso central..
Nuestro estilo de vida implica que vivamos muy encerrados en nosotros mismos, y si el mundo se sigue moviendo en esa dirección, la pandemia es un ejemplo que exacerbó esta situación.
Afrontar los retos de las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y su intempestiva irrupción en nuestra cotidianidad a través de ChatGPT, es poco compatible con la falta de atención. Marta García Aller, autora de Lo imprevisible, recuerda que es la primera vez en la historia en la que estamos haciendo ese esfuerzo en tiempo real y de forma generalizada. De ahí viene buena parte del vértigo que generan estos cambios que estamos viviendo, por disponer de herramientas que mantienen al mundo conectado en nuestra mano, con las que podemos asistir al gran espectáculo del cambio con sus miserias y sus promesas y sus ventajas, y de ahí viene gran parte de la incertidumbre ante cambios vertiginosos y ubicuos; eso no deja mucho espacio para la reflexión, explica.
Más optimista es la visión de Enrique Dans, profesor de Innovación en IE Business School, que acaba de publicar Todo vuelve a cambiar: cómo la Web3 revolucionará el mundo tal y como lo conocemos, sobre la influencia que tiene en nuestra atención el estilo de vida actual y nuestra capacidad de lidiar incluso con realidades virtuales.