Uruguay: agua salada en las canillas y una catástrofe que afecta a los más pobres
El mundo30 de junio de 2023En el país que fue el primero del mundo en plasmar en su Constitución de 2004 el derecho al agua potable, la única ayuda para tal sustento parece venir ahora de lo más alto. El cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, capital de Uruguay, se animó hace unos días a enviar una plegaria al cielo a través de Twitter: "Dios nuestro, te pedimos que nos concedas la lluvia necesaria".
En medio de la preocupación por la crisis hídrica que está sufriendo Uruguay, el presidente Luis Lacalle Pou advirtió que si en las próximas semanas no llueve “va a haber un lapso en el que el agua no va a ser bebible”.
“Estamos tratando de manejar lo mejor posible las reservas que tenemos y haciendo una obra que va a llevar 30 días. La pregunta inmediata es cuántos días de agua bebible quedan, y cuántos días demora para la obra. Si no llueve, va a haber un lapso en el que el agua no sea bebible”. Frente a las consultas acerca de si será “salada”, se limitó a responder que podrá utilizarse para todo “menos para beber”. Es decir que servirá para lavar, para bañarse y para saneamiento. Puntualmente, señaló que el agua que se bebe "es el 5 por ciento que se consume en cada hogar", en promedio.
Lacalle Pou remarcó que el gobierno exoneró el IVA y el Impuesto a la Asistencia de la Seguridad Social (IASS) del agua bebible embotellada. “Lo que más podamos ayudar para que la gente pueda tener agua bebible, lo vamos a hacer. Casi un tercio de los afectados, hoy la van a recibir gratis; los otros dos tercios, la van a tener sin impuestos”, apuntó. Sin embargo, el jefe de Estado aseguró que la “solución de fondo” que tiene tanto la oposición como el Gobierno “es que llueva”.
El río Santa Lucía, uno de los cursos de agua más importantes de Uruguay, abasteció durante más de 150 años de agua dulce a Montevideo y su zona de influencia hasta los primeros días de mayo de este año. Entonces las autoridades decidieron tomar agua salada del Río de la Plata, lo que los obligó a elevar los niveles permitidos de cloruro y sodio en el agua corriente.
Los sectores más vulnerables viven la crisis del agua con más severidad porque no pueden comprar agua embotellada, pero la salobridad del líquido ha democratizado el malestar y los perjuicios. Hay que bañarse, lavar la ropa, enjuagar las frutas y verduras o limpiar con agua salada que daña electrodomésticos.
También aumentaron las quejas por malestares digestivos. A raíz de la crisis, el precio del agua envasada aumentó: un bidón de seis litros era un 10% más barato en mayo que en junio, según el Ministerio de Economía. El consumo de agua embotellada de dos litros subió un 467% comparando con junio de 2022.