Los republicanos crecen en Reino Unido por el desinterés por la coronación

El mundo 04 de mayo de 2023
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El próximo sábado se espera que un miles de personas se reúnan en una esquina de Trafalgar Square a pocos pasos de la estatua de Carlos I, el rey ejecutado en 1649 después de enfrentarse al Parlamento y ser condenado por “tirano, traidor, asesino y enemigo del pueblo”. Su muerte dio lugar a la única y turbulenta república del país, entre 1649 y 1660. 

Quienes acudan a ese rincón de Londres están llamados a protestar por varios movimientos, que tratan de ganar adeptos aprovechando la impopularidad del nuevo monarca y la indignación por el gasto de la coronación mientras el país está marcado por una crisis económica que ha recortado servicios públicos y ha empobrecido a la mayoría de los ciudadanos. 

Los que saquen sus carteles y camisetas de color amarillo con el lema “Not my king” (“no es mi rey”) serán minoría el sábado. Aunque las protestas sean limitadas, el apoyo a la república está creciendo en el país. La actitud de al menos la mitad de la población se mueve entre el desinterés y la indignación ante la coronación, un dispendio que otras monarquías ya no hacen y que no es necesario legalmente porque Carlos III ya fue proclamado rey tras la muerte de su madre, en septiembre de 2022.

Los momentos festivos suelen aumentar el apoyo a la monarquía, pero en este caso la mitad de los británicos dicen que es poco o nada probable que vean los fastos o participen en ellos, en especial los menores de 49 años y de inclinación laborista, según un sondeo de la encuestadora YouGov de abril.

El 51% de la población afirma que el Estado no debería pagar por la coronación y solo el 32% apoya que lo haga, según otra encuesta de YouGov. Pese a que Carlos III recibe 100 millones de euros de asignación básica anual, sin contar gastos de seguridad o decoración de palacios, será el Estado el encargado de poner dinero extra este año para tres días de festejos por la coronación, cuya factura no es pública.

En Reino Unido, el apoyo a la monarquía ha ido bajando desde los años 90 y, aunque se había recuperado algo durante la pandemia por el afecto a Isabel II, la llegada de Carlos y Camila ha acelerado esa tendencia.

El porcentaje de las personas que consideran la monarquía “muy importante”, el 29%, está en su nivel más bajo en los 40 años que el centro nacional de estadística lleva preguntando por ello en su encuesta de actitudes sociales de los británicos, según los últimos datos recién publicados. Durante décadas, apenas se hacían encuestas sobre la monarquía y cuando en 1983 se hizo por primera vez esta pregunta sobre la relevancia de la corona, el 86% contestó que era “importante” o “muy importante”. Ahora lo dice el 55%, mientras que el 45% opina que la monarquía no es importante o quiere abolirla.

“La mayoría del público todavía apoya a la familia real, y ya que ese apoyo tiende a ser mayor entre los mayores de 55 años, el reto ahora para la monarquía es ser relevante y atractiva para una generación más joven”, opina Guy Goodwin, el jefe del centro de estadística responsable de la encuesta (NatCen, en su abreviatura en inglés). Solo el 12% de las personas de entre 18 y 34 años considera que la monarquía es “muy importante” frente al 42% del grupo de 55 años en adelante.

Los sondeos van todos en la misma dirección. Este abril, una encuesta de YouGov para la BBC preguntó a los británicos si el país debería tener “en el futuro” una monarquía o debería ser sustituida por un jefe de Estado elegido: el 58% apoyó la monarquía, el 26%, la república y el 16% contestó “no sé”. El porcentaje de republicanos es mayor entre votantes laboristas, quienes respaldaron quedarse en la UE en el referéndum de 2016, hombres y menores de 35 años. 

“Cuando se celebró la coronación de Isabel II hace 70 años, la monarquía parecía estar sobre cimientos sólidos en un país que todavía estaba recuperándose de la guerra. El rey Carlos, en contraste, hereda una institución que, aunque sigue siendo ampliamente popular, ahora tiene una tarea más difícil para justificarse ante los ojos de la opinión pública”, escribe John Curtice, profesor y experto en encuestas, en un informe recién publicado sobre la monarquía del think-tank UK in a Changing Europe.

Uno de los libros con más eco en periódicos y librerías es The Restless Republic: Britain Without a Crown (“La república inquieta: Gran Bretaña sin corona”) de la historiadora Anna Keay, que traza una crónica humana del periodo republicano entre 1649 y 1660 y su impacto. El libro retrata la violencia, el caos y la autocracia de Oliver Cromwell, pero también reivindica la revolución en las artes, la prensa y las instituciones que dejó la república y que solo ahora se ha estudiado con detalle. 

La historiadora señala además que ese fue de hecho el origen del territorio como realidad política unida con el primer Parlamento que representó a Inglaterra, Gales, Escocia y entonces también Irlanda. Fueron años turbulentos, violentos y también de creatividad en medio de la explosión de la prensa y cierta libertad. “La idea de la prensa popular y los periódicos empezó en ese momento... Podemos añadir la ciencia moderna, la creación de un ejército permanente, la traducción de las leyes al inglés, los cafés y la tradición de beber té”, cuenta Keay. 

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