Nadie se salva

El País 13 de marzo de 2023
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 "¿Qué es dirigir? ¿Qué es ser un dirigente político? ¿Ser senador, ser presidente, ser gobernador? No. El dirigente tiene que ver siempre un poco más adelante lo que va a pasar porque tiene que conducir y dirigir a sus sociedades a lugares buenos y seguros. Eso es ser dirigente". Cristina llevaba casi media hora de su discurso en la Universidad Nacional de Río Negro cuando aludió al rol de una especie que parece en extincion. De inmediato, el auditorio comenzó a corear "Cristina presidenta", la consigna con la que vuelven a entusiasmarse ante el pelotón de candidatos sin votos que exhibe el oficialismo. 

La polarización puede servir para entretener a los propios con espejitos de colores pero profundiza el escepticismo y erosiona la reducida legitimidad de lo que Javier Milei bautizó como la casta. Después de la enorme frustración de Mauricio Macri para una parte de la sociedad y cuando la desilusión del gobierno de los Fernández lleva más de tres años, tal vez ya sea tarde para evitar la "fragmentación del poder político", como pretende la vice.
El enojo con la política aumenta mientras el salario real cae por un tobogán. Afectados a la misión de la supervivencia, cada vez son menos los que esperan que las soluciones vengan de la clase política. Cristina no habló como una política en retirada sino con la vocación de seguir siendo parte de la discusión sobre el rumbo que debería tomar el próximo gobierno. 

Mientras Alberto, pretende terminar con 20 años de kirchnerismo, ya lo está haciendo ya, desde Olivos, el Frente de Todos enfrenta un cuadro de lo más complejo camino a las elecciones. En palabras de Cristina, "sin estado democrático institucional", "sin moneda" y con el riesgo cierto de caer "en el infierno más temido": una inflación récord -que llegaría con los números de febrero al 100% interanual- y el regreso de la recesión, producto de la caída del poder adquisitivo y la falta de dólares. Tal vez por eso, dio a entender que no está condenada a seguir respaldando el rumbo de Massa, como lo hizo en forma decisiva en los últimos siete meses.

A la falta de dólares que sufre el gobierno después de haber tenido un superávit comercial excepcional de 35 mil millones de dólares en los primeros 30 meses de gestión, se le suma el impacto de una sequía que costaría más de U$S 15.000 millones este año. 

La desconexión entre la política y la sociedad es notoria pero se agrava por otro factor: la clase dirigente parece haberle perdido el miedo al escarmiento y se mueve como si estuviera frente a una sociedad dormida que solo lucha por su sobrevida, circunscripta a los límites que le fijan la polarización y los paliativos que ofrece el Estado.

Los consultores normalizaron un dato que hace un año era novedoso: ningún candidato, salvo Cristina, retiene plenamente los votos de un eventual rival de una PASO. ARESCO, en su informe de febrero, detectó que mientras en las primarias las dos coaliciones -sumando varios candidatos- superan los 30 puntos y dejan a Javier Milei tercero, con algo más de 20, cuando se mide la general, el panorama es de tercios casi iguales: es decir, los dos frentes pierden votos y Milei crece.

El descrédito de la dirigencia no lastima solo al peronismo. Al lado de Rodríguez Larreta remarcan un dato que parecen no registrar los que ven al FDT de salida. En los últimos seis meses, en coincidencia con la crisis más profunda del oficialismo y la disputa abierta en una oposición que se almuerza la cena, Juntos cayó entre 4 o 5 puntos en intención de voto a nivel nacional. Nadie se salva.

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