

Cientos de manifestantes irrumpieron en el recinto del Parlamento de Nepal y prendieron fuego al edificio principal, mientras las protestas escalaron, tras la renuncia del primer ministro KP Sharma Oli.
El incendio del Parlamento marcó una nueva escalada en las protestas que han sacudido al país himalayo durante una semana, inicialmente contra la prohibición de redes sociales pero que se han convertido en un movimiento más amplio contra la corrupción gubernamental y el nepotismo.
Los manifestantes también incendiaron la residencia privada del primer ministro Oli en la localidad de Balkot, según imágenes difundidas en redes sociales.
La ola de incendios se extendió a múltiples objetivos políticos. Entre las viviendas atacadas o incendiadas se encuentran las residencias de Sher Bahadur Deuba, líder del partido más grande Congreso Nepalí; el presidente Ram Chandra Poudel; el ministro del Interior Ramesh Lekhak; y el líder del Partido Comunista de Nepal Maoísta, Pushpa Kamal Dahal.
Este país del Himalaya, enclavado entre China e India, y donde sus 29 millones de habitantes tienen un ingreso per capita de unos 1450 dólares anuales se ha enfrentado a la inestabilidad política y la incertidumbre económica desde las protestas que llevaron a la abolición de la monarquía en 2008.
Las protestas han sido convocadas y lideradas por jóvenes, que salieron el lunes a las calles. Las reuniones pacíficas, que se extendieron por ciudades de todo el país, derivaron en choques violentos con las fuerzas de seguridad. Las autoridades han llegado a desplegar al ejército y se han impuesto toques de queda en diferentes distritos, mientras los ciudadanos han denunciado el uso de gas lacrimógeno, balas de goma e incluso disparos de armas de fuego por parte de la policía.
Organismos internacionales se han mostrado consternados ante la violencia empleada por las autoridades. “Hemos recibido varias denuncias muy preocupantes sobre el uso innecesario o desproporcionado de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad”, ha declarado Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Los organizadores de las protestas, que fueron quienes las bautizaron como las “manifestaciones de la generación Z”, aseguran que estas reflejan la frustración generalizada por lo que perciben como una falta de acción para combatir la corrupción y potenciar las oportunidades económicas.
Las protestas del lunes tuvieron un primer chispazo en un movimiento digital dirigido contra los hijos de políticos y figuras influyentes del país acusados de vivir de la corrupción, que había ganado popularidad en redes sociales. “Los Nepo Kids presumen de su estilo de vida en Instagram y TikTok, pero nunca explican de dónde viene el dinero”.
Los manifestantes reclamaban, además del fin del apagón de las redes sociales, otras medidas como la dimisión del primer ministro y la creación de un organismo de control independiente, similar a un defensor del pueblo, para que los funcionarios rindan cuentas por la corrupción, el abuso de poder y la injusticia.
También fue incendiada una escuela privada propiedad de Arzu Deuba Rana, esposa de Deuba y actual ministra de Relaciones Exteriores.
El gobierno levantó el martes la prohibición a las redes sociales que había entrado en vigor el jueves pasado, pero la medida no logró mitigar el impacto de las protestas.