Sin vuelta atrás

El mundoEl martes
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El conflicto armado entre Israel e Irán continúa escalando, luego de la ofensiva inicial de las Fuerzas de Defensa israelíes que se cobró la vida de al menos tres cargos militares jerárquicos y nueve científicos que participaban del desarrollo del programa nuclear de Teherán.

En la madrugada del viernes 13 de junio en Oriente Medio, Israel lanzó su primer ataque masivo y directo sobre el territorio de la República Islámica de Irán. Según fuentes oficiales de ambos países y reportes coincidentes de medios internacionales, el operativo incluyó ataques de precisión contra instalaciones nucleares,  incluido el complejo subterráneo de Natanz,  defensas antiaéreas, bases de lanzamiento de misiles balísticos y una serie de asesinatos selectivos de altos mandos militares y de seguridad, entre ellos oficiales de las Fuerzas Armadas, la Guardia Revolucionaria Islámica y científicos nucleares de relevancia.

Lo ocurrido, en los últimos meses, ya sin el Papa Francisco en escena, es síntoma de un orden global cada vez más destruido, en el que las líneas rojas se vuelven invisibles y líderes jugando al borde.

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Trump, que durante la campaña prometía evitar guerras, se encuentra cada vez más cerca de varios focos de conflicto a la vez: no ha resuelto Ucrania, no frena la ofensiva israelí en Gaza y ahora está implicado en la confrontación directa entre Israel e Irán.

Entre las víctimas figuran el comandante de la Guardia Revolucionaria, general Hossein Salami, el jefe del Estado Mayor, Mohammad Bagheri, y el general Amir Ali Hajizadeh, responsable del programa de misiles. Cinco científicos nucleares de alto rango y nueve generales fueron confirmados entre los fallecidos.

 En los últimos bombardeos de Irán sobre Israel, al menos ocho personas murieron y más de 90 sufrieron heridas. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, advirtió a Teherán que “pronto pagarán el precio” de estos ataques. Mientras, el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní anunció que el Parlamento está preparando un proyecto de ley para abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear. El portavoz del ministerio, Esmaeil Baghaei, aseguró, sin embargo, que Teherán sigue oponiéndose al desarrollo de armas de destrucción masiva.

Desde Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó a Irán con una respuesta “nunca antes vista” si atacaba objetivos estadounidenses en la zona. Además dijo que tanto israelíes como iraníes pueden llegar a un acuerdo “fácilmente”.

Tanto la inteligencia israelí como la Agencia Internacional de Energía Atómica coinciden en que Irán aceleró su programa y podría fabricar, en breve, al menos nueve armas nucleares. Desde Estados Unidos, Trump escenificó un intento de negociación que no arrojó resultados concretos. Los términos propuestos fueron rechazados por el Líder Supremo iraní.

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La doctrina que explica por qué la Guerra Fría no desembocó en un conflicto directo entre Estados Unidos y la Unión Soviética atribuye la estabilidad a la destrucción mutua asegurada: las armas nucleares como garantes de una paz tensa.

Sin embargo, el reciente enfrentamiento limitado entre India y Pakistán ha puesto en cuestión esta lógica, que luce cada vez más frágil. Llegar a tenerlas, o evitar que el enemigo las tenga, se vuelve un incentivo para la acción militar directa. Y el riesgo de una escalada, incluso convencional, podría desbordar los cálculos de uno de los sistemas de inteligencia más sofisticados del planeta.

Argentina, cuyas fortalezas geopolíticas se desprenden en parte de su ubicación en una región donde esos conflictos son no aparecen en el mediano plazoy que sí tiene en su menú, en cambio, una vulnerabilidad causada por sus propias fragilidades macroeconómicas, debería minimizar amenazas. El nivel de alineamiento desafortunado demostrado por el gobiernoi en su relación con los Estados Unidos e Israel es  desaconsejable. En el momento actual, resulta difícilmente justificable.

La presencia del presidente en Israel, un país con el que la Argentina tiene lazos históricos que se remontan al reconocimiento temprano del Estado durante el gobierno de Juan Domingo Perón, justo antes del inicio del conflicto es síntoma de esta política exterior sin norte. Los liderazgos occidentales cuestionan en tonos diversos, pero firmes , el saldo de la invasión de Gaza y particularmente el bloqueo de ayuda humanitaria, mientras en la región proliferan acusaciones incluso de muchísima mayor gravedad.

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