Una parte de la política suele decir, con amargura, que la soja es peronista. Recuerda lo bajo que cotizaba durante el gobierno de De la Rua y la combinación de precios y sequía que detonó la corrida cambiaria que nunca pudo manejar Mauricio Macri.
Y lo contrasta con los precios internacionales récord que disfrutaron Néstor y Cristina Kirchner durante buena parte de sus mandatos. Pero si la campaña agrícola que viene toca los récords de producción que comienzan a vislumbrarse, el agro puede entregarle al gobierno buena parte de los dólares que necesita. Aun así, como viene el tema, la cuenta corriente será deficitaria.
Según EcoGo, el agro aportaría unos USD 28.160 millones en exportaciones entre trigo, maíz, soja y cebada. Son USD 2.000 millones más que las ventas al exterior de este periodo; pero, en los últimos días, la Bolsa de Comercio de Rosario, elevó sus proyecciones para la campaña 2024/2025, que comenzó con la cosecha de trigo mejor a la esperada y seguiría con muy buenas previsiones para el maíz y la soja. Estimaciones más optimistas elevan el aporte de la cosecha hasta los USD 30.000 millones.
La balanza energética superavitaria aportaría el año próximo USD 8000 millones al saldo comercial.
Con un 58% de avance de la cosecha, el trigo vuelve a sorprender con mejores resultados, lo que suma medio millón de toneladas más. La estimación de producción se ajusta a 19,3 millones de toneladas, cuando hasta hace un mes se estimaban 18,8 millones y parecía haber más factores para continuar con la baja que para este rebote que refleja hoy la cosecha que será la segunda mejor de los últimos tiempos, solo detrás de la de 2021/2022 que, de casualidad, aprovechó los excelentes precios que siguieron a la escalada entre Ucrania y Rusia previa a la invasión y la guerra.
La BCR también elevó sus pronósticos para soja y maíz. El maíz, afectado por la chicharrita durante la campaña pasada, registraría una merma en la producción menor a la esperada. “La siembra del cereal parece haber estabilizado su nivel de reducción, respecto al año pasado, en torno a un 24% y a 7,8 millones de hectáreas (…) cuando el potencial de caída podría haberse profundizado hasta un 30%”, indicó. La soja, en tanto, va “a toda máquina” luego de las últimas lluvias y podría producir hasta 53,5 millones de toneladas, contra las 50 millones previas.
El agro podría así entregar un saldo exportable de casi USD 30.000 millones, que se suman a los USD 8000 millones netos que promete la exportación de energía.
Si llueve en enero, tendremos una campaña récord. Una cosecha argentina de 140 millones de toneladas es factible si el clima no juega una mala jugada. La campaña podría igualar o superar a la de 2018/2019, posterior a la sequía.
Nicolás Sesnich, analista de la consultora especializada FYO, sostiene que los precios internos deberán ajustar a la baja. “El mercado argentino, en los precios locales, está caro. En los precios internacionales, para poder salir a vender, va a tener que bajar internamente el precio, porque si no la exportación no va a poder comprar”.
El aumento de los insumos y arrendamientos, en dólares, y los costos internos, en pesos, achica el margen de rentabilidad. Los granos valen más o menos lo mismo que hace un año y sus costos aumentaron. En este contexto, solo con muy buenos rendimientos el productor va a tener margen positivo, y eso depende del clima. De ahí la presión para que se haga algo con las retenciones para mejorarles el precio, ya que no va a haber devaluación.
El maíz y el trigo pagan 12% de derecho de exportación, mientras que el poroto de soja tributa 33%.
Los dólares del agro serán un bálsamo para el déficit de cuenta corriente. Los exportadores deben liquidar el 80% de sus ventas en el mercado oficial y saldar el 20% restante vía contado con liqui. Es lo que pierde en reservas el Banco Central al no eliminar formalmente el dólar blend. Hay un lento proceso de deterioros de la balanza comercial por el incremento de importaciones, y a revertirse el balance de cuenta corriente por mayores pagos de turismo y servicios.
Con un crecimiento del PBI, las importaciones aumentarán y el superávit comercial será menor. El costo que debe aceptar el Gobierno es el precio del tipo de cambio paralelo sin esa oferta permanente. Para EcoGo, el déficit de cuenta corriente sería de USD 16.071 millones, el más abultado desde 2017.