El siglo 21 empezó con el ahorrista golpeando la chapa de un banco cerrado. Un Estado en crisis fue a fondo. Se llevaron los ahorros, casi como un Tik Tok. La grieta fue el régimen que quiso protocolizar. El 2001 empezó a correr el velo de cómo iba a ser este siglo.
La política tradujo como mandato no estallar. Desde 2001 el terror de la política a la sociedad fue mutando: de ordenar el conflicto a producirlo, a regularlo. De Kirchner a Macri. Que la sociedad no estalle. El miedo al conurbano y a la clase media. Con planes sociales, con retenciones, con moratorias jubilatorias, cepo, bancos entintados con los bonos públicos, subsidios y dólar atrasado.
Todo ese modelo de gobernabilidad es el que Milei desmonta desde el Estado. Tarde o temprano, nos tendrán esperando nuestra parte. Porque ese es el búmeran, motivar a la sociedad a perder la paciencia hasta que también la pierden con ellos. Como Cristina y Macri jugando a la grieta, hasta que vino uno que los polarizó a todos.
Pero se ve algo. Estos libertarios son la primera generación política en el Estado y su problema no es el estallido. No es el corralito, es el cepo. No son los hijos de la generación diezmada, son los hijos de la política disciplinada en el terror al estallido.
Durante el primer año de gestión del gobierno de Javier Milei, los salarios crecieron 14 puntos porcentuales por debajo de la inflación y los salarios del sector público fueron los más golpeados, debido a que su incremento se encontró por debajo del aumento de la inflación en aproximadamente 41 puntos porcentuales. Y todo sigue.
La pobreza y la indigencia son los indicadores más preocupantes de la gestión del gobierno hasta el momento.Aunque los niveles heredados del gobierno anterior ya eran elevados, 41,7% de las personas y 31,8% de los hogares, las políticas de ajuste implementadas han provocado un aumento significativo en este sentido.
En términos de personas, la pobreza subió al 52,9% (+11,2 p.p.), mientras que en los hogares alcanzó el 42,5% (+10,7%). Este último dato es especialmente alarmante: en Argentina, casi la mitad de las familias son pobres.
Por su parte la actividad económica también se vio afectada de manera negativa en forma significativa: en septiembre de 2024 la actividad económica cayó (en términos interanuales) aproximadamente un 3,3%.
Las actividades que producen la mayor generación de empleo son las más afectadas. En septiembre del 2024 la construcción mostró una reducción de su actividad en casi un 17%, la industria manufacturera cerca del 7% y el comercio, tanto mayorista como minorista una caída de la actividad de aproximadamente el 8% (todas estas comparaciones en términos interanuales).
La industria fue uno de los sectores económicos más castigados de la economía por el ajuste. El último dato oficial muestra que la producción industrial se redujo aproximadamente en un 6% en términos interanuales en septiembre de 2024. Los sectores más perjudicados fueron los productos textiles (-7,7% interanual) y las industrias metálicas básicas (-16,6% interanual).
Tras implementar un fuerte ajuste fiscal, una contracción de la actividad económica y la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de los argentinos logró estabilizar la inflación en torno al 2,7% mensual.
La devaluación aplicada al comienzo del mandato, junto con la eliminación de regulaciones y controles de precios, resultó en una inflación acumulada cercana al 160% durante los primeros 11 meses de gestión. Los rubros que mostraron incrementos de precios más significativos fueron la salud, el sector de transporte y el sector de las comunicaciones.
La alta inflación y la caída real del salario consecuentemente impactaron en las ventas, tanto mayoristas como minoristas. Según el último dato del Indec, las ventas en supermercados minoristas cayeron poco más del 10% en agosto de 2024 en términos interanuales, mientras que las ventas mayoristas lo hicieron en casi 15% para el mismo mes.
En relación con el tipo de cambio, el gobierno implementó una fuerte devaluación al inicio de su gestión, lo que provocó un aumento del tipo de cambio real y una mejora en la competitividad.
Según el informe, la devaluación también generó efectos positivos, al permitir revertir el déficit de balanza comercial heredado del gobierno anterior. Durante los 11 meses iniciales de la gestión de Milei, se registraron superávits comerciales consecutivos, con una notable acumulación de dólares provenientes del comercio exterior.
Sin embargo, la apreciación cambiaria pone en riesgo la continuidad de este superávit.
El superávit de las cuentas públicas es el principal ancla del modelo económico. Los ingresos deben alcanzar para cubrir los gastos y los intereses de la deuda pública. Lo primero se cumple con creces. Entre enero y octubre, el recorte del gasto público en casi un tercio aseguró que sobre plata, a pesar de que la recesión derritió la recaudación tributaria. Así, entre enero y octubre hubo un superávit primario acumulado de $10,3 billones. Al restar de ese monto el pago de intereses de deuda, el Gobierno llega a un superávit financiero de $3 billones. Pero distintos analistas plantean dudas sobre este número. Como gran parte de los intereses no se pagan, sino que se capitalizan, quedan fuera de la cuenta.