La crisis tuvo un impacto desigual

El País 05 de diciembre de 2024
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Un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) revela que la pobreza alcanzó al 49,9% de los argentinos en el tercer trimestre del 2024. La crisis golpea más a los sectores más bajos y aumenta la brecha social.

La indigencia, que mide a quienes no llegan a cubrir los gastos de alimentación, alcanzó al 12,3% de la población urbana en el tercer trimestre del año. Ambos indicadores muestran una suba de 5,2 y 2,7 puntos porcentuales en comparación con 2023, respectivamente.

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Como sucede desde hace más de dos décadas, el fenómeno concentra sus efectos entre los niños, pero el impacto particular de esta crisis se registra en los sectores de nivel socioeconómico muy bajo, en los que el aumento de la indigencia se profundizó sobre el resto, y son los que más recortes realizaron en atención médica y medicamentos, así como en la imposibilidad de pagar servicios públicos o impuestos, ampliando la desigualdad social.      

“Por más que la indigencia no creció tanto como se esperaba, dados estos niveles de ajuste, el 50% de la población con menores ingresos son los que más profundamente experimentaron el crecimiento de pobreza extrema”, alerta Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, al presentar los resultados del informe que el instituto mide hace más de veinte años.

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La indigencia pasó de representar el 12,5% al 14,9% de las personas de nivel socioeconómico “bajo” entre 2023 y 2024, y se duplicó hasta alcanzar al 26,9% de la población con un nivel socioeconómico “muy bajo”. En tanto, ese indicador se mantuvo estable o incluso disminuyó para los sectores medio-bajo y medio-alto. “Eso aumenta la brecha social”, insiste Salvia.

Si bien todos los hogares tuvieron que realizar recortes en atención médica u odontológica, del 29 al 31% entre 2023 y 2024,  el crecimiento fue mayor entre aquellos de nivel socioeconómico muy bajo, en los que el 55,5% tuvo que realizar recortes respecto al 50,3% del 2023. 

Este hecho se repitió en el aumento de la cantidad de hogares que dejó de pagar, al menos, un servicio público –gas, luz y agua–, alcanzando a 3 de cada 10 en el tercer trimestre del año. La tendencia al alza se intensificó en los hogares con menores ingresos, aunque el informe “destaca en particular el aumento experimentado por los hogares de los sectores medio bajo”, que pasó de 17,9% a 22,1%.

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Las brechas de desigualdad en el malestar psicológico también son notorias entre las personas adultas según su condición de pobreza. Entre 2023-2024 el impacto negativo en la salud mental fue mayor entre los pobres: 45% de la población en situación de indigencia registra síntomas altos de ansiedad y depresión, y casi el 37% entre los pobres no indigentes. Las personas que no cayeron en la pobreza mantienen tasas de malestar psicológico en niveles entre 20-23% en los últimos tres años.

La pobreza está sobrerrepresentada en niños de hasta 17 años. El 65,5% son pobres, porcentaje que aumentó con respecto al 62,9% del 2023. Para el caso de la indigencia, el porcentaje aumentó de 16,2 a 19,2 en un año. De nuevo: se observa una concentración de la indigencia en los estratos más bajos de la estructura social, donde llega al 40 por ciento del cuartil de menores ingresos. 

Además de la pobreza e indigencia medida por el nivel de ingreso, la UCA calcula la pobreza multidimensional, que hace referencia a las personas que son pobres por ingresos y a la vez tienen al menos una privación no monetaria, relacionada a déficits en alimentación, servicios básicos, vivienda digna, medio ambiente, educación o empleo. La pobreza multidimensional aumentó en el último año del 39,8 al 41,6% de la población en el tercer trimestre de 2024.

El informe de la UCA elaboró una pirámide de la fragmentación social con tres argentinas. En la punta la del 3% de la elite y del 27% de la clase media integrada, a los que la crisis no les afecta, y no perdieron su trabajo.

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En el medio, el 40% de los hogares de clase media tradicional, con un sector en riesgo de empobrecimiento y otro aspiracional, al que Salvia los señala como “los que explican los votos que definen presidentes, porque son los que apuestan por algo que supuestamente le va a permitir superarse”. 

En la base, la argentina del 30% que enfrenta pobreza estructural o extrema.

El paquete de ayuda social que el Estado destinó para transferir ingresos y/o alimentos a los hogares evitó que la cantidad de indigentes fuera 23,2% –en vez del 12,3% registrado– de la población argentina. Este efecto inmediato de las transferencias de ingreso sobre la pobreza es menor que el registrado sobre la indigencia, que hubiese alcanzado al 55,4% en vez del 49,9% de acuerdo a estimaciones de la UCA.

Durante 2024, el 36,3 por ciento de los hogares recibió alguna asistencia social.

       

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