Ya es un problema mundial la acumulación de ropa usada. Los casos testigo están en Kenia y República Checa: llegan prendas usadas desde diferentes países y quedan tiradas.
Algunos datos de la Comisión Económica de las Naciones Unidas y de Fashion Checker son increíbles: 20% de las aguas residuales generadas globalmente provienen de la industria textil, 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector, 1 de cada 6 personas en el mundo trabaja en esta industria, 80% de las trabajadoras de la moda son mujeres, 93% de las marcas de moda encuestadas no pagan a sus trabajadores un salario digno, 20–35% de los microplásticos oceánicos provienen de la industria de la moda
Hace algunas décadas se instaló una dinámica impulsada por ciertas empresas como Primark, Shein, H&M, Forever 21, etc., de un recambio de guardarropas mucho más acelerado.
Estamos produciendo más ropa que nunca, y no solo porque seamos más personas, sino por lo que venimos hablando de la frenética renovación de colecciones y vestuarios. Por ejemplo, según Bloomberg, la marca china Shein saca un promedio de alrededor de 1,000 nuevas prendas de mujer por día.
Kenia es el principal importador de la Tierra y recibe enormes fardos de ropa. Hay prendas en buen estado y otras que no o que ni siquiera son adecuadas para ese mercado, entonces quedan muchos bultos que contaminan los alrededores de los mercados de segunda mano o terminan en basureros saturados, al aire libre.
Los enormes fardos se conocen como mitumba en lengua swahili. No todas las prendas están en buen estado ni son adecuadas para el mercado keniano y muchos bultos acaban contaminando los alrededores de los mercados de segunda mano o terminan en unos vertederos al aire libre ya saturados.
En Praga, hubo hace poco una exposición de cuatro toneladas de ropa desechada a la vista del público para crear conciencia sobre el daño al medio ambiente causado por los residuos textiles.
En las redes sociales, Janet Chemitei destaca el problema de la contaminación textil, que empeoró en Kenia con el auge de la moda rápida, la industria de la moda de bajo costo y producción en masa.
En 2023, el país africano importó 200.000 toneladas de ropa, que muchas veces llega rota, manchada por el sudor o incluso sangre. Esa ropa carece de valor comercial y es de baja calidad, por lo que muchas veces queda esparcida en el suelo de los grandes mercados.
"Llega ropa de invierno, por ejemplo botas, pero en Kenia no tenemos invierno", subraya Chemitei.
En Praga, una impresionante exposición de cuatro toneladas de ropa desechada se presentó a la vista del público para crear conciencia sobre el daño al medio ambiente causado por los residuos textiles. La enorme pila representa los desechos textiles generados por una familia promedio de cuatro miembros a lo largo de su vida.
El Ayuntamiento de Praga reporta que cada ciudadano checo desecha en promedio de 10 a 12 kilogramos de textiles cada año.
A partir de 2025, las municipalidades checas deberán introducir programas para la recolección selectiva y reciclaje de desechos textiles. La transición a una economía textil circular requerirá una nueva colaboración entre productores, minoristas, consumidores, procesadores de residuos y gobiernos locales.