De los colchones, cajas de seguridad o transferidos, llegaron dólares por la amnistía tributaria y revirtieron el mal clima financiero de hace cuatro meses. El ajuste y la baja de la inflación ilusionan al mercado. No esperan sobresaltos cambiarios hasta las elecciones de 2025.
El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció este jueves que la primera etapa que finalizaba ayer, se extiende hasta el próximo día 8, aunque alegó “algunos problemas informáticos y administrativos con respecto a la transferencia desde el exterior del pago del impuesto”.
Ya ocho veces en más de 40 años de democracia se blanqueó, como señal de que siempre hay una próxima vez. Pero nunca como en esta oportunidad es tan generosa la amnistía tributaria.
Se puede formalizar sin costo otros US$100.000 en inmuebles, empresas o cuentas del exterior. Lo que supera ese monto en ambos casos tributa sólo 5%. Era difícil que el blanqueo no fuese un éxito. Y lo fue: se formalizaron hasta este jueves US$18.000 millones.
La suma blanqueada representa apenas el 14% de lo que se registró en la anterior amnistía fiscal, la de Mauricio Macri.
Este blanqueo duplicó al de Macri, no en dinero registrado, sino en fondos depositados en bancos. Hace siete años muchos registaron sus patrimonios en el exterior, tributaron, pero no los repatriaron.
Por algo los depósitos bancarios superan ahora los US$32.000 millones, como antes de la victoria de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en las primarias de 2019.
El exitoso blanqueo vino a tranquilizar el mercado cambiario. Ingresaron dólares, que a su vez los bancos aprovecharon para prestar a los exportadores, que entonces cambiaron esas divisas por pesos para comprar insumos en el campo, la minería o la energía o para invertir en bonos. Un préstamo en dólares a seis meses tiene una tasa de interés del 4% anual, con un tipo de cambio oficial que sube 2% mensual y quizás pronto corra al 1% en la medida en que baja la inflación, mientras que un crédito en pesos cuesta 50% anual.
El mérito de bajar la inflación a fuerza de ajuste fiscal, monetario y de la economía desalienta las expectativas de devaluación. Los nuevos depósitos en dólares elevan las reservas brutas del Banco Central, no las netas, pero le otorgan poder de fuego en caso de eventuales turbulencias. La merma inflacionaria y la firmeza en la motosierra del Estado los acerca a la posibilidad de conseguir financiamiento para pagar la deuda en enero próximo.
Ante este panorama, el campo se apura a liquidar lo que no vendió en tiempos de cosecha de soja y maíz. Las recientes lluvias traen buenas perspectivas para la colecta de trigo en diciembre y la de los otros dos cultivos en el segundo trimestre del año próximo. El gobierno anterior, a destiempo, construyó el gasoducto Néstor Kirchner, y este año se prevee que el déficit energético, derive en un superávit de US$4.000 millones y se exporte a Chile y Brasil.
En 2025 habrá un saldo favorable que duplique el actual. Bonanza de los hidrocarburos.
No se esperan sobresaltos cambiarios hasta después de las elecciones legislativas de octubre próximo. Sólo entonces especulan con la salida del cepo cambiario, que impulsaría a grandes empresas a girar utilidades que no pueden transferir a sus casas matrices desde 2019. Hacerlo antes, sería un acierto.
En lo que va del gobierno de Milei, el salario privado formal perdió el 1,8%; el informal, el 4,8% y el estatal, el 16,5%, según calcula la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), a partir de datos del Instituto de Estadística (Indec).
Hay expectativas del mundo financiero de que el dinero blanqueado, sin embargo, dinamice algunos sectores económicos. Por ejemplo, la construcción, aunque el encarecimiento del costo en dólares abre dudas.
Muchos creen que que en algún momento será necesaria una devaluación controlada. Los inquieta que Milei retrase la salida del cepo después de las elecciones de 2025. Reconocen que algunos sectores se recuperan más que otros, mientras están los que siguen cayendo sin parar, como los supermercados.