Asume Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de la historia de México

El mundo01 de octubre de 2024
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Claudia Sheinbaum Pardo asumirá hoy como presidenta de México y se convertirá en la primera mujer en llegar a la primera magistratura del país norteamericano.

Sheinbaum, exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, será investida hoy mediante un acto conocido como "toma de protesta" ante el Congreso.

Será la primera vez que la ceremonia no se realiza un primero de diciembre desde la entrada en vigencia de la Constitución de 1857, ya que en 2014 una reforma adelantó el cambio de mando para acortar el período de transición postelectoral. La flamante mandataria reemplazará a su aliado Andrés Manuel López Obrador, líder de su espacio político, Morena.

Estarán presentes buena parte de los mandatarios de la región, así como la primera dama estadounidense, Jill Biden. No participarán ni el Gobierno español, ante la decisión del Ejecutivo mexicano de excluir al rey VI de la lista de invitados, ni el argentino, ya que Javier Milei no enviará a ningún representante ni delegado. Sí viajará el gobernador bonaerense Axel Kicillof, invitado por la flamante presidenta mexicana.

Lo que ocurrirá en el país hermano es el resultado de un éxito político: el presidente saliente logró imponer a su sucesora. Comienza ahora una historia más desafiante, de esas que no siempre se coronan en América Latina con nuevos logros, como se demostró, entre varios ejemplos, en el Brasil de Lula da Silva y Dilma Rousseff.

Sheinbaum, una científica de 62 años y amplia trayectoria, reemplazará a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cuya popularidad le sirvió de respaldo para obtener casi el 60% de los votos en las elecciones de junio.

Se retira del poder después de seis años con logros visibles en materia de reducción de la pobreza, pero con asignaturas pendientes en lo que hace a desarrollo económico, lucha contra el narcotráfico y convivencia política.

El incremento del salario mínimo en términos reales y la ejecución de ambiciosos programas sociales fueron los puntales de una reducción sensible de la pobreza, que sacó de ese pozo a 5 millones de personas y pasó de abarcar al 41,9% de los mexicanos en 2018 al 37% en la actualidad.

Sin embargo, la pobreza extrema experimentó un leve repunte en el periodo, lo que pone de manifiesto los límites que encuentran los progresismos para el cumplimiento de su principal misión histórica.

Los progresismos regionales, salvo, Brasil,  no han sabido apalancarse en entornos macro estables. Ni que hablar de la Argentina de la crisis permanente.

AMLO no pudo cumplir con su promesa de desmilitarizar la pelea contra el tráfico de drogas y deja el poder con un acumulado de 190.000 muertes violentas, con una tasa de homicidios pasmosa de 25 cada 100.000 habitantes.

La seguridad y el crecimiento del narco, a una escala todavía mucho más modesta, pero que exige un abordaje urgente que evite males mayores, son ítems que los partidos populares en Argentina no terminaron de abordar.

La inseguridad es difícil de erradicar en una región desigual como América Latina, cuyas fuerzas de seguridad muchas veces están atravesadas por la connivencia con las bandas y cuyos Estados no terminan de llegar con los servicios de educación, salud y policía a todos los lugares que los necesitan. Sin embargo, hay también cierta dificultad del progresismo en pensar esa cuestión, lo que deja permanentemente en manos de derechas más o menos recalcitrantes promesas populistas y efectistas.

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