El Mediterráneo lleva dos meses con una ola de calor en pleno invierno europeo

13 de febrero de 2024
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El mar Mediterráneo lleva todo 2024 soportando una ola de calor marina en pleno invierno. Y, en realidad, el pico ya se detectó a mediados de diciembre de 2023 por lo que se encadenan casi 60 días consecutivos con la temperatura del agua entre 1ºC y 1,6ºC por encima de lo normal.

Este lunes estaba en 15,5ºC, según los datos del Sistema de Observación de las Islas Baleares (SOCIB), cuando la media de referencia (1982-2015) está en 14,1ºC. “Es casi todo el Mediterráneo el que está en ola de calor”, explica la oceanógrafa física del SOCIB, Mélanie Juza.

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La Agencia Estatal de Meteorología calificó diciembre pasado como cálido en la península y muy cálido en Baleares. En enero de este año, el termómetro se ha disparado aún más y fue extremadamente cálido. El más caluroso en España desde que hay registros.

Si se mira a los océanos, la temperatura global del agua marina está en máximos desde que hay registros (1940), según el Climate Change Institute de la Universidad de Maine (EEUU). Tanto como para que, a comienzos de febrero, se marcaran los 21,1ºC que es igual al máximo medido a finales de agosto de 2023.

El agua más caliente se queda menos CO2
“La evaporación de agua más caliente aumenta la salinidad del océano en regiones donde hay un marcado exceso de evaporación sobre precipitación”, explica Mélanie Juza. Es decir, que el mar se vuelve más salado con los daños que esto genera en la biodiversidad marina. Y las pérdidas de biodiversidad “repercuten en los bienes y servicios esenciales que ofrece el océano y afectan a sectores clave, por ejemplo, la pesca y el turismo”.

Una consecuencia de que el agua del mar se recaliente es que “retiene menos CO2”, recuerda el meteorólogo Torres. “Cuanto más se calienta el agua, menos CO2 admite y más se libera a la atmósfera”, explica. Y así se está generando una retroalimentación fatídica desde el punto de vista climático.

El ciclo es el siguiente: la concentración de CO2 en la atmósfera genera el efecto invernadero que retiene la radiación solar y, por lo tanto, el calor. Ese calor sube la temperatura no solo del aire, sino también del mar. A medida que el agua se vuelve más cálida, se queda con menos CO2, que volará por la atmósfera engordando la capa invernadero. Una capa que es ya un 50% más densa que antes de que se empezaran a quemar combustibles fósiles.
 

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