Cuando Milei no grita

El País 03 de octubre de 2023

Jamás, argumentan, es un buen momento, pero si no queremos que el negacionismo lo use para destruir lo conquistado en democracia, sería bueno que los organismos de Derechos Humanos tengan una conversación sobre la relación con el Estado, desde el 2003.

La cooptación y el uso político fueron claros y eso, aunque aún está difuso, puede haber abierto la puerta a Milei. Siempre estuvieron agazapados y lo que es indudable es que es esta coyuntura es que hizo que despertara la bestia. El uso y hartazgo, la manipulación histórica y el manejo político. No se trata de negar lo difícil que fue juzgar y encarcelar a los militares. Se trata de haber dejado fuera a parte de la sociedad.

Es difícil encontrar causalidades tangibles en política, pero en general en la medida que nadie se hace cargo de un problema, aparece alguien que sí lo hace a su modo, y termina expresando lo que muchos veían y no tenían a nadie que lo dijera.

Milei avanzó en la noche de Santiago con los pies hacia adelante. En dos minutos desplegó los mismos argumentos que desarrollaron los militares condenados en el histórico Juicio a las Juntas de 1985: que hubo “excesos”, que “fue una guerra” y que no hubo “30.000 desaparecidos”. Incluso reveló su cierta cercanía ideológica con Mauricio Macri, al utilizar el mismo mote del “curro de derechos humanos” que usaba el ex mandatario para criticar la política de Estado que desplegó el kirchnerismo.

No hay forma de justificar como una anomalía los al menos 340 centros clandestinos de detención que existieron en el país. La barbarie organizó el robo de más de 500 bebés, muchas veces en los propios centros, un plan sistemático del que dan testimonio con su presencia más de cien nietos recuperados.

No es necesario tomar las posiciones de Milei para hacer cuestionamientos más o menos adecuados a la violencia de las organizaciones armadas. Personajes tan distintos como Gildo Insfran, que cada 5 de octubreconmemora a soldados y policías caídos en el ataque al Regimiento 29 de 1975- y Graciela Fernández Meijide recuperaron algunos de esos cuestionamientos desde la política. 

Los dichos de suponen un paso más allá en el argumento negacionista que encabeza en La Libertad Avanza su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, quien llegó a organizar luego de las PASO “un homenaje a las víctimas del terrorismo” bajo el amparo de la Legislatura porteña. Fue algo más que eso, una reinvindicación de la dictadura.

Pronto se hizo viral un recorte que deja en evidencia lo parecido de las palabras de Milei con la intervención en el Juicio a las Juntas de Emilio Massera, entonces jefe de la Armada. “Lo único que yo sé, es que aquí hubo una guerra entre las fuerzas legales, donde si hubo excesos, fueron desbordes excepcionales”, se lo escucha al dictador, en un video publicado que hasta fue reposteado por el artista español Ismael Serrano.

La ofensiva narrativa de Milei tuvo apenas la resistencia de Myriam Bregman, lde reconocida trayectoria como abogada de víctimas de la represión, entre ellos Jorge Julio López.

También generó repudio el rechazo de Milei de que la dictadura dejó como saldo la emblemática cifra de 30 mil detenidos-desaparecidos. “Valoramos la visión de memoria, verdad y justicia. Empecemos por la verdad. No fueron 30 mil los desaparecidos, son 8.753”. La exactitud de la cifra es de por sí una provocación. Salgamos de ahí.

Más que abrir una polémica, Milei busca o quiere dar por cerrada la discusión sobre la memoria histórica. No se sabe cuál es el número exacto de víctimas, precisamente porque el método de represión fue clandestino. El número de 30 mil tiene la connotación de la gravedad del tema. Los que quieren negarlo quieren deslegitimarlo.  Cada 24 de marzo lo enfatizamos aquí. 

El 19 de septiembre último el Museo Sitio de Memoria ESMA, ubicado donde funcionó el mayor centro clandestino de detención del país, ingresó en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco al ser declarado como un lugar con un “valor universal excepcional”. Esa nominación permitiría ser un paraguas que evite que Milei, en caso de llegar al gobierno, busque “cerrar” el museo o “devolverlo” a sus dueños originales, como planteó Villarruel, quien sería la potencial ministra de Defensa y Seguridad. “

Otra polémica abrió Milei con su discurso: en caso de llegar a la presidencia, ¿podría avanzar con un indulto a los militares condenados? 

Cerca de las 10 de la noche del 28 de abril de 1983, una voz en off interrumpió la transmisión en vivo de la radio y televisión para pasar un extenso mensaje de 45 minutos por cadena nacional. “Documento Final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversión y el terrorismo”, fue el título que eligieron los comandante de las fuerzas armadas de una dictadura ya en retirada. Allí, empezaban a delinear cuál sería su estrategia para evitar la justicia una vez instalada la democracia. Sus argumentos, son los mismos que, 40 años después, utilizó Milei en la noche del domingo: Fue una guerra, y en la guerra hay excesos.

Bajo las órdenes del presidente de facto Reynaldo Benito Bignone, los militares hablaron de una “peculiar guerra que los argentinos debemos superar” y que ello “solo será posible con humildad y sin espíritu de revancha”. Afirmaron que a diferencia de una “guerra clásica”, en esta “guerra peculiar”, “el enemigo no usa uniforme y sus documentos de identificación eran apócrifos”, por esa razón “el número de muertos se incrementa significativamente”. De esa manera, intentaban justificar las desapariciones.

Más adelante, insisten en que los militares no hicieron más que cumplir con una orden del gobierno nacional y que si hubo errores en el cumplimiento de ese deber, en todo caso será la historia la que deba juzgarlos: “En este marco de referencia no deseado por las Fuerzas Armadas y al que fueron impelidas para defender el sistema de vida nacional únicamente el juicio de vida histórico podrá determinar a quien corresponde la responsabilidad directa de métodos injustos o muertos inocentes”.

“El accionar de las fuerzas armadas constituyeron actos de servicio”, enfatiza el documento en el que los militares invocan el “dolor de cristianos” y reconocen “los errores que pudieron haberse cometidos cumplimiento de la misión asignada”.

Ese documento se convirtió en la antesala de lo que luego fue la llamada “Ley de Pacificación Nacional”, más conocida como “ley de autoamnistía”, que quedó en la nada con el Juicio a las Juntas Militares de 1985.

No hay lugar para la relativización de la tragedia vivida que no sea la reescritura de la historia al pedir de las narrativas de los criminales.

Es, en sí mismo, un indicador de la ruptura definitiva del consenso del Nunca Más que, con diferencias a veces importantes y con fisuras, fue parte fundamental de la política argentina desde 1983 y, en particular, desde el Juicio a las Juntas. Horror y error de la democracia.

Insaurralde dedicó toda su vida a la política. Como todo ciudadano argentino, es consciente del impacto que produjo la foto de aquel festejo de Olivos en plena cuarentena. También, es consciente de las restricciones en materia de sector externo y las dificultades que enfrenta cualquier ciudadano para adquirir moneda extranjera, incluso en pequeñas cantidades. Aún así, consideró oportuno tomar unas vacaciones en Marbella, junto a una modelo. Una secuencia que fue conocida en la misma semana que el dato del INDEC que indicó que 18 millones de argentinos son pobres.

Con estos ejemplos, difícilmente pueda convencerse a los argentinos de que es falaz el discurso que postula que los problemas del país se deben a una casta dirigencial que vive una vida faraónica a costa de su pobreza. ¿Importará entonces que Milei hable?

Esa es la incógnita.

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