Los análisis de ayer marcaron un crescendo de especulaciones acerca de una ruptura de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. A favor de esas presunciones jugaba la demora de las gestiones, que Sergio Massa había especulado con concretar hace más de un mes. No advertían que el costo de no pactar era tan alto para el país que, agotadas las chances de sacar alguna concesión más, habría sido necesario firmar lo que hubiera podido lograrse. Así fue, y el trazo grueso de lo pactado se vincula con una serie de devaluaciones, por aplicaciones de impuestos a diferentes tipos de cambio, que consolidarán el problema inflacionario.
En medio de esa situación extrema y justo antes de la apertura del mercado cambiario tras el salto del blue de la semana pasada, el Fondo anunció un principio de entendimiento sobre “objetivos y parámetros centrales” que se plasmará pronto en un texto con detalle técnico.
El principio de acuerdo es la base de los anuncios económicos y financieros que se conocerían hoy, consistentes en buena medida en una serie de devaluaciones selectivas de tipo fiscal. Indirectas, de impacto acotado, pero devaluaciones al fin.
Habrá un nuevo dólar agro destinado a las exportaciones de granos de verano y economías regionales. El mismo cotizaría a 340 pesos, regiría hasta fin de mes y, calcula el Palacio de Hacienda, permitiría acercar unos 2.000 millones de dólares a las reservas.
El tipo de cambio oficial queda en gran medida como una referencia solo testimonial, toda vez que comenzará a regir el impuesto PAIS –con una alícuota del 7,5%– para la mayor parte de las importaciones, salvo las de insumos para la producción de alimentos, así como las de medicamentos, de combustibles y poco más.
En la misma línea, dicho gravamen será del 25% para la mayoría de los servicios, excepto los fletes –que tributarán 7,5%– y salud y educación, que seguirán exentos.
El dólar ahorro, ya extremadamente limitado, tendrá la misma cotización del "tarjeta" y seguirá rigiendo el "Qatar" para consumos en el exterior superiores a los 300 dólares mensuales.
El acuerdo con el FMI constituye la única ancla para expectativas que viven al borde de un ataque de nervios.
En primer lugar, no poder pagar los casi 3.500 millones de dólares que vencen entre el lunes 31 y el martes 1 de agosto habría implicado un elemento de grave disrupción financiera, además de cortar el chorro de todo crédito del BID, el Banco Mundial y otros organismos internacionales, y hasta la activación de nuevos tramos del swap con China. La fragilidad de la Argentina asusta. La sociedad habría quedado a merced de una corrida severa hacia el dólar y de su impacto inflacionario. Massa habría quedado atrapado en el peor de los mundos en una doble condición de ministro impotente para gobernar al mercado y de precandidato presidencial.
Tras el anuncio del principio de acuerdo, hay que volver a prestarle atención al mercado cambiario, en particular a lo que ocurra con el dólar blue, que se sacudió fuerte la semana pasada, aunque por el momento sin escapar de los parámetros de una actualización a la velocidad de la inflación. El punto de partida para observar sus movimientos es la cotización de 529 pesos del último viernes.
Más allá de los aspectos positivos encarecer importaciones es inflacionario y que el Central emita más pesos para tentar a los agroexportadores es inflacionario, combo devaluatorio de facto que se suma a la persistencia de los aumentos de tarifas y eliminación de subsidios que también son inflacionarias.