Roger Waters y la máquina de leer al revés

Sociedad 29 de mayo de 2023
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En uno de los conciertos que dio en Brasil en 2018, Roger Waters cuestionó a Bolsonaro. El público se dividió y se manifestó. Una mitad aprobó; la otra, silbó. La situación fue totalmente normal: Waters se expresó libremente y pagó y cobró simultáneamente por eso. Así es la vida.

Para Waters, la guerra es lo interminable y la manera de representarla es múltiple. Se cae de maduro que los uniformes posnazis de la película, tanto como los brazaletes tipo Say No More y las máquinas de hacer chorizos que despachan ristras de personas con la misma terminación están inspirados en el fascismo como un industrialismo de recursos humanos del que Hitler es el referente.

Hasta podría decirse que millones de de los años ‘80 entendemos la cuestión por la película The Wall. Durante 40 años no hubo dudas, ni tenía por qué haberlas, acerca de la dirección hacia las que se orientan las ideas que sostienen el arte musical de Waters. Y no tiene que haberlas. Jamás.

Sin embargo, la policía de Berlín investiga a Waters por usar por enésima vez ese vestuario, pero ahora con la supuesta intención de celebrar al nazismo. 

Se trata ya de algo que no tiene antecedentes, una fake read, un invento de la cultura de la tergiversación pero ya para  ridiculizar. El intento de algunos es hacer caer una sospecha de nazi a un antinazi probado, y eso si que es muy violento.

“Habló Roger Waters y no pidió perdón por banalizar el Holocausto. El artista, que cuenta con un largo historial de polémicas sobre el tema, despertó la indignación de la comunidad internacional por sus shows en Berlín”.

¿Pedir perdón?  ¿Sólo porque en las pantallas del show de Waters apareció una mención a Shireen Abu Akleh, la periodista palestina de Al Jazeera que, según la ONU, fue asesinada por el ejército de Israel? Si.

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