De Paul, siempre

El diputado Fernando Iglesias, en las últimas horas se cargó una victima: Rodrigo De Paul. El político le cuestionó via redes sociales al mediocampista del Atlético Madrid, algunos conceptos utilizados en una carta en la que recuerda sus diez años como futbolista.

"Defender a mi país? De quién? En una cancha? What are you talking about? #Descerebrados, fue el primer tuit que encendió la mecha. En la carta, el futbolista campeón del mundo en Qatar 2022 habló de "el olor a pasto, el vestuario, defender a mi país... No se comparan con nada".

Hay una estirpe de seres a los que les encaja bien la piel de la Selección. Los Claudio Paul Caniggia o David Nalbandian. En el fútbol, en la Copa Davis o en el básquet. De Paul le tira a Ángel Di María una ley de potrero antes del partido: “El 3 de ellos es bueno, pero se duerme”.

De Paul, se transformó en el jefe de Gabinete del equipo. En su diccionario de funciones de la final contra Brasil desarrolló: asistencia en largo en el gol, habilitación mágica a Messi sobre el final, cierre de la espalda de Di María cuando no lograba tapar la subida de Renán Lodi, candado de seguridad para los detalles en que Leandro Paredes deja la posición de volante central, apoyo para Gonzalo Montiel cada vez que Neymar se le escapó hacia adentro, pogo en el área cuando los centrales necesitaron acortar caminos, alma y voz cuando los millones de dólares que valían los atacantes rivales empezaron a amedrentar una sequía de 28 años.  

Su físico lo tiraba al bombo, era flaquito y no querían ponerlo.

Haciéndose groso en la valentía y en la picardía, De Paul fue ganándole al tamaño de su cuerpo, con una psiquis disciplinada. De Paul no sufría aunque el equipo peleara el descenso. Se reía. Con 19 años, 10 meses y 21 días, se transformó en el capitán más joven de la historia de Racing. El segundo en la lista es Lautaro Martínez -20 años, 6 meses y un día.

De Paul se volvió indiscutido en la Selección de Lionel Scaloni desde la Copa América 2019 en adelante. Su ausencia en el radar de todos fue un problema que resolvió con una alta resiliencia. Con 21 años, Racing lo vendió por 5 millones de euros al Valencia. No pudo imponerse desde el juego. No se adaptó, no brillaba, no jugaba. Al año, estaba nuevamente en Avellaneda, a préstamo, siendo suplente de Marcos Acuña o de Óscar Romero. Pero ocurrió lo que nunca pasa. Regresó a Europa. Se fue a Udinese, se acomodó y pegó el estirón. Tarde pero no tan tarde.

Cuestionado por todos, propios y ajenos, prejuicios por un noviazgo mediático, lesionado, se la jugó y ganó. Campeón del mundo, inmortal.