Que comience la revolución

Sociedad 04 de octubre de 2022
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Moscú y Teherán, el primero definido por un culto al machismo de su líder, el segundo por su misoginia… podrían ser derrumbados por protestas inspiradas y lideradas por mujeres?

Esa posibilidad ya no es remota. Las protestas, en todo Irán desde el homicidio cruel de,Mahsa Amini, acusada de violar la ley de Irán sobre el uso del hiyab, arrestada por la polícia de la moral y que casi indudablemente golpearon hasta dejarla en coma mientras estaba detenida, son las más serias desde la Revolución verde de 2009.

Pero quizá ahora sea diferente. En ese entonces, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei gozaba de un control total del sistema. En ese entonces, Irán exportaba más o menos 2300 millones de barriles de petróleo al día. Ahora, en parte gracias a las sanciones impuestas exporta unos 800.000. Antes, las protestas eran sobre todo de política, que se centraban en Teherán. Ahora, se tratan más de derechos humanos, y hay un componente étnico potente: en la región kurda de Irán, de donde venía Amini, la ciudad de Oshnavieh fue tomada brevemente por manifestantes hace unas semanas.
Pero el factor más importante es el factor de las mujeres.

“En 1979, cuando las mujeres protestaban en contra de la amenaza del hiyab, estaban solas”, comenta la escritora Roya Hakakian, quien era adolescente cuando vivió la revolución iraní. “Ahora la marea ha cambiado muchísimo. Los hombres reconocen el liderazgo de las mujeres y están de su lado. Está claro que estas manifestantes han forjado una identidad colectiva que es contraria a la identidad del régimen. Contrarrestan la misoginia del régimen con un igualitarismo sin precedentes”.

Dirigir una dictadura es un arte delicado. Quienes intentan gobernar con un toque demasiado ligth, dejando a la gente común más o menos sola excepto cuando se trata de política, corren el riesgo de que la libertad se desborde.

Pero quienes tratan de interponer el régimen en los aspectos más personales de la vida de la gente, incluida la elección de la ropa, corren otro tipo de riesgos. Para eso se necesita que el Estado controle el comportamiento de todos, no solo de unos pocos. De esta manera amplían enormemente el círculo de personas con razones personales para odiar el sistema, y les proporcionan los instrumentos más sencillos de una revolución. Si todas las mujeres de Irán deben ponerse el hiyab, entonces todas las mujeres tienen los medios para iniciar una revolución.

Vladimir Putin supo que no debía caer en esta trampa: su arma era el bisturí, no el mazo, y su pacto con el pueblo ruso era que se le dejaría en paz si ellos dejaba en paz la política.

No es necesario meter a todos los empresarios a la cárcel. Sí es necesario encarcelar a los más ricos, a los más independientes, a los más conectados. No es necesario matar a todos los periodistas. Solo mata a los más sobresalientes, los más valientes, y los otros entenderán el mensaje. Un aroma a miedo, y no un sistema omnipresente de coacción, es lo que dio al régimen de Putin su poder de permanencia.

De la noche a la mañana ello ha cambiado. La movilización que Putin ordenó para llenar sus filas diezmadas es la esencia de la compulsión. A juzgar por las imágenes que salen de Rusia, los hombres en edad militar están huyendo hacia la frontera, y las mujeres se están manifestando. Putin tiene motivos para preocuparse. El Comité de Madres de Soldados de Rusia, dirigido en su momento por Maria Kirbasova, ayudó a poner fin a la primera y desastrosa guerra de Rusia en Chechenia a principios de los 1990. Antes de eso, las madres rusas fueron fundamentales para atraer la atención sobre los males de la dedovshchina —el abuso rutinario y brutal de los jóvenes conscriptos—, lo cual también ayudó a socavar la labor militar soviética en Afganistán.

Ahora, por cada uno de los 300.000 jóvenes que Putin pretende convertir en carne de cañón en su guerra, hay incontables madres, esposas, hermanas, hijas y novias que, de hecho, también han sido movilizadas. Tienen más posibilidades de tomar Moscú que las que tendrá el ejército ruso de tomar Járkov o Kiev.

Occidente ha tenido un movimiento de mujeres que hasta hoy dan lucha Quizás es el momento de una Revolución de las Mujeres en Irán y Moscú. Una oportunidad.

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